↳;; ❝Volkacio AUs♡

DAY 8: surprise✨

DÍA 8: sorpresa 🌞🚗🚬🏍️ 

(AU en el que Horacio y Volkov no son polis, sino delincuentes. Algunos personajes más también han cambiado el rol) 

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Horacio miró a su novio negociar con unos policías mientras sujetaba una pistola contra la sien de un rehén. Llevaba unos pantalones vaqueros rotos y una camiseta negra que le había dejado Volkov. El ruso llevaba un pantalón negro, una camiseta del mismo color y una chaqueta de cuero que le quedaba francamente bien. 

Habían decidido robar una licorería para conseguir algo de dinero. Iba a ser el cumpleaños de Horacio y el ruso quería regalarle un viaje a donde él quisiera, y el pelirrojo no es que tuviera gustos muy baratos. Los dos habían hecho infinidad de robos antes, pero la mayoría acompañados de Gustabo o Greco, y en muy raras ocasiones, Conway los acompañaba a robar la joyería. Pero esta vez iban a hacerlo solos, y Horacio estaba muy emocionado. 

Aún que eso no significaba que no tuvieran la ayuda de alguno de los compañeros de su mafia. Tenían un plan perfecto para robar y escaparse sin ser pillados. 

—Horacio. —llamó su atención el ojiazul.— Dos segundos por éste. 

—Arriba, calvo. —le dio unos golpecitos con el cañón de la pistola en el hombro para que se pusiera de pie. El hombre se levantó tembloroso y salió corriendo por la puerta, casi tropezandose con sus propios pies. 

Vieron a través del cristal como un policía cacheaba al calvo y luego lo dejaba marchar. El policía que había negociado con Volkov les dirigió la palabra otra vez. 

—Puedo quitaros la clave 100 por el 20% del botín. —ofreció. 

—No lo necesitamos. —respondió Volkov con suficiencia. Tenían cuatro rehenes, y habían negociado nada de obstáculos, nada de clave Robert, dos segundos desde que se subían al coche y nada de Pit. Además, tenían un plan perfecto. 

—Como queráis. Salid cuando estéis preparados. —se alejó de la puerta y subió al patrulla. Había dos coches de policía y una moto. 

—Son unos novatos. —dijo Volkov, cuando lo perdieron de vista.— Ni pinchos ni cajas por un solo rehén, ¿nos quiere dejar escapar? 

Horacio rió y lo abrazó, entrelazando sus manos tras la nuca de Volkov. 

—¿Conduces tú? —le preguntó, rozando su nariz con la de su novio. 

—Claro, es tu regalo. Tu sientate y disfruta del paseo. —rompió la distancia entre sus rostros y lo besó, inclinando la cabeza de Horacio para intensificar el beso. El sonido de la bocina de los coches hizo que se separaran. 

Volkov maldijo en ruso y fulminó con la mirada al policía que había interrumpido su momento. 

—Parece que tienen prisa por perder. —dijo y dejó que Horacio lo llevara de la mano hasta la puerta.

—Ya tendremos tiempo para besos en nuestro viaje. —sonrieron y salieron de la licorería cogidos de la mano. Miraron a los policías con suficiencia y separaron sus manos para subir en el vehículo. 

Volkov se puso el cinturón y arrancó el coche mientras Horacio se ponía el suyo. La repentina velocidad impulsó sus cuerpos ligeramente hacia delante. La adrenalina recorrió sus venas los dos segundos que condujeron a toda velocidad por la calle antes de que los vehículos policiales los empezaran a seguir con las sirenas encendidas. 

Estaba anocheciendo, la luz anaranjada del cielo lo indicaba, y las luces azules y rojas de los patrulla eran lo único que iluminaba las calles. Habían elegido ese momento del día porque ya sería noche cerrada cuando llegaran a la montaña, y así sería más difícil verlos.