↳;; ❝Volkacio AUs♡

got the music in you [especial 2]

Parte 2 de 2.

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9 ⇉ [🍃 ; ❛I Am Not A Robot❜] - Marina And The Diamonds. 

"You're vulnerable, you're vulnerable, 

you are not a robot. 

You're lovable, so lovable, 

but you're just troubled" 

("Eres vulnerable, eres vulnerable, 

no eres un robot. 

Eres adorable, tan adorable, 

solo eres problemático") 

-

Era sorprendente el repentino cambio de actitud de Horacio. Bueno, en realidad no había sido tan repentino, sino que su ánimo había ido reduciéndose poco a poco, pero simplemente nadie miraba lo suficiente como para verlo. Gritaba pidiendo ayuda, y el resto parecían taparse los oídos, demasiado ocupados con sus propios problemas como para dedicarle unos segundos de atención a ese sol que se estaba apagando. 

Horacio creía que nadie se había dado cuenta de que había estado actuando de forma diferente las últimas semanas. Nadie se había percatado de las ropas oscuras que sustituían a lo que antaño había sido colorido y brillante. Su cresta había sido teñida de gris, despojada también, como el resto de su ser, de la vitalidad que solía caracterizarlo. El maquillaje había sido sustituído por las profundas ojeras bajo sus ojos, producto de las noches en vela, y toda su aura, en general, se había apagado. Su actitud, su forma de comunicarse, su expresión corporal, eran mucho más cerradas y oscuras que antes. Ese chico risueño e infantil ya casi había desaparecido por completo, pero aún quedaban pequeñas evidencias de que esa persona había existido, había estado allí, aunque fuera imposible evocarla de nuevo. Y fumaba, algo que no había hecho nunca, hasta que sus pulmones no podían más. 

Pero, por dentro, seguía siendo solo un pequeño bebé necesitado de cariño. 

Volkov se había dado cuenta, quizás por lo observador que era siempre, o quizás porque Horacio captaba la atención de todos allá donde iba, pero lo había notado. Había notado que Gustabo estaba pasando por su mejor momento, encontrando apoyo tanto dentro del CNI como en la mafia en la que se infiltraban, mientras que Horacio estaba sumiendose silenciosamente en las garras oscuras, frías y pegajosas de la depresión. Y sabía de primera mano lo difícil que era librarse de ellas. 

El problema era que no sabía cómo sacar el tema o qué hacer para que Horacio se sintiera mejor. Ni siquiera sabía lidiar con sus propias emociones, ¿cómo iba a lidiar con las ajenas? Hacía semanas que solo tenían trato formal entre ellos, y ni siquiera se hablaban fuera de las instalaciones del CNI.

Pero no podía evitar que le provocara una ansiedad terrible el hecho de no estar haciendo nada, de estar permitiendo que Horacio se hundiera, poco a poco, en los asfixiantes pensamientos que le susurraban que no valía nada, que merecía estar solo, y que quizás estarían mejor sin él. 

Lo sabía porque esas mismas voces le habían murmurado las mismas lúgubres promesas a él. Pero en su caso, siempre había tenido a su lado a cierto chico de cresta que le acariciaba el rostro y le aseguraba que todo saldría bien cuando esas voces no lo dejaban dormir. Horacio, en cambio, estaba completamente solo. 

Cruzó las oficinas del CNP rápidamente, pasando por delante del ruso, que lo siguió con la mirada. Pensó, amargamente, que hasta su andar había cambiado, ni siquiera movía sus caderas de la forma coqueta en la que solía hacerlo, ahora caminaba con miedo. Como una presa, en lugar de un depredador.