↳;; ❝Volkacio AUs♡

sadderdaze [5]✨

Maybe la siguiente parte es el final de este AU...

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Horacio se despertó primero. La almohada que habían colocado la noche anterior entre ellos estaba tirada a los pies de la cama, y Horacio sonrió. Volkov lo abrazaba por detrás, sentía su respiración en la nuca, erizandole la piel, y sus manos cálidas en su abdomen, sobre su camiseta. Se liberó como pudo de sus brazos y se puso en pie. Volkov se removió bajo las sábanas al perder el contacto, pero no se despertó.

Horacio se metió en el baño silenciosamente y se miró en el espejo. Suspiró. Era él, con su mismo pelo violeta y su rostro de siempre, pero había algo diferente en sus ojos, aunque no supo discernir el qué.

Se lavó los dientes y se peinó un poco con los dedos, porque no quería que Volkov lo viera tan despeinado, y después volvió al dormitorio.

Volkov se despertó y lo primero que vio fue a Horacio saliendo del baño, con una camiseta rosa floja que dejaba su hombro al descubierto y unos pantalones cortos negros, con la misma brillante sonrisa de siempre. La imagen causó que también él sonriera. Intentó apartar la sábana para levantarse, pero Horacio fue lo suficientemente rápido como para acercarse y tumbarse encima de él para inmovilizarlo.

Horacio no tenía todavía claro qué era lo que buscaba con Volkov, pero le apetecían unos cuantos besos.

Antes de que pudiera decir siquiera "buenos días", el menor lo besó. Volkov correspondió el beso gustosamente, y cerró los ojos. Una voz muy adentro de su cabeza le preguntaba qué demonios estaba haciendo, le gritaba que esperara a que Horacio se aclarara con sus sentimientos antes de volverse tan dependiente de su cariño porque iba a acabar dañado, pero la lengua de Horacio acariciando la suya acalló todos sus pensamientos, nublando su mente.

Definitivamente, podría acostumbrarse a que sus mañanas fueran así.

-Tengo una sorpresa para ti -murmuró Horacio contra sus labios, y Volkov solo respondió con un sonido gutural y volvió a capturar su labio inferior entre los suyos. Lo sujetó de los costados y tiró de él para colocarlo a su lado en la cama, pero Horacio se separó-. Hablo en serio, quiero enseñarte algo.

-¿El qué? -vio a Horacio sonreír con los labios hinchados de los besos, y se dio cuenta, una vez más, que él sí tenía claro lo que sentía, tenía claro que estaba enamorado. Ojalá Horacio tampoco tuviera dudas.

Volkov empezaba a preguntarse si era culpa suya, si no era suficiente para él, y no quería que los malos pensamientos lo invadieran, no esa mañana, así que se centró en Horacio de nuevo. El menor se estiró en la cama hasta alcanzar el cajón de la mesilla de noche. Rebuscó a ciegas y, cuando encontró lo que buscaba, se dio la vuelta y se lo enseñó a Volkov.

-He estado examinandome en secreto, y he aprobado, así que ya no vas a tener que llevarme en coche siempre -le enseñó su nuevo carnet de conducir con una sonrisa radiante, y Volkov miró la foto. Horacio debía ser la única persona en el mundo que salía bien en ese tipo de fotos-. ¿No estás contento?

Asintió, pero en realidad tenía pensamientos contradictorios. Por un lado estaba feliz por Horacio y porque adquiriera esa libertad que proporciona saber conducir, pero por otro lado le entristecía saber que ya no lo necesitaría para eso.

-Pues para celebrarlo, hoy voy a conducir yo. Venga, levanta.

-Tengo trabajo -le recordó Volkov, mientras ayudaba a Horacio a hacer la cama.

-Y yo universidad, pero hagamos una escapada romántica, por favor -y Volkov solo deseó que no hubiera dicho eso, que no usara esas palabras tan a la ligera.