Capítulo I: Asashin

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Diciembre es uno de los meses más fríos del año, prueba de ello es la gran cantidad de nieve que cubre el inframundo. En un bosque cubierto por nieve en las orillas del territorio de los demonios, el cual linda con el territorio de los ángeles caídos, una figura encapuchada camina amenamente por un sendero cubierto de nieve que le llega a los talones. El leve y gélido soplo del viento hace danzar las hojas de los árboles y mueve la tela que envuelve aquella figura errante. Bajo la capucha de tela, un par de eléctricos orbes destacan en la tenue luz lunar que incide sobre el bosque nevado.

Un chasquido se escucha detrás de él haciendo que mire por encima de su hombro en buscar el origen de aquel ruido. El par de orbes azules bajo la capucha danzan en todas direcciones. Entonces las hojas congeladas de un árbol empiezan a sacudirse poniéndolo alerta; antes de que se de la vuelta, una pequeña ardilla sale de entre las hojas y se deja ver por ambos orbes cerúleos. Una pequeña corriente de vaho es exhalada desde la oscuridad de la capucha cuando el diminuto roedor se marcha corriendo y saltando por las ramas de los árboles. Decidiendo no tomarle mucha importancia a ello, retoma su andar.

Segundos después de que el encapuchado retome su camino, unas siluetas se mueven entre las hojas de los árboles en dirección del sujeto.

El misterioso individuo continua su camino sin distracción alguna, eso hasta que siluetas comienzan a emerger del bosque y se cierran a su alrededor. Aunque eso no altera al encapuchado. Él observa a los individuos frente a él y a sus lados, asumiendo que atrás suyo también había los mismos sujetos vestidos con armadura y que portaban hachas de gran tamaño. Soldados del inframundo, asume. El encapuchado cuenta un total de entre nueve a once soldados que lo rodean.

—Emanas una gran cantidad de chakra, atributo que solo posee un yōkai. Quizá seas quien busco.

En la cabeza del sujeto aparece la cara del sujeto a sus espaldas. Era un hombre alto y atractivo de veintitantos años, rostro sereno, pero de mirada imponente, y cabello negro recogido en un peinado chonmage. Da la vuelta y resulta que, efectivamente, se trataba del mismo varón que conceptualizó en su mente.

Los azules orbes bajo la capucha se estrechan ligeramente. Pasaron segundos antes de que llegara la respuesta.

—No creo que sea a quien usted busca, demonio-san. Yo solo soy un simple viajero errante —dice la misteriosa figura. Su voz era alegre, pero su aura era todo lo contrario—. Ahora, si me permite, iré a donde me lleve el viento. Que pase lindas fiestas, demonio-san. — Entonces se da media vuelta, dispuesto a continuar con su andar.

Ni bien da un paso para alejarse, los soldados que lo rodeaban dan un paso adelante, cerrando más el tamaño del círculo. Suspirando regresa su mirada hacia el líder del escuadrón, el hombre con cabello en chonmage, y no puede evitar suspirar una vez más.

—¡Uf! Y yo que quería evitar peleas innecesarias. Es una lástima que uno ya no puede escapar tranquilamente sin que lo estén persiguiendo'ttebayo —el sujeto dice y finaliza con un curioso tic verbal que delata su identidad. Bajo la atenta mirada de los demonios comienza a deslizar fuera las telas que lo envuelven hasta despojarse de ellas y dejarlas caer al suelo.

Al caer el manto, una cabellera puntiaguda, besada por una noche sin estrellas, es revelada; después se deja ver su cara, la cual es de un joven de dieciocho años con ojos eléctricos con peculiares marcas de bigotes en cada mejilla; y, por último, sus vestimentas se dejan ver. Manchas de sangre seca ensucian los brazales y peto metálico que viste.

Al ver al joven frente a él su mirada se vuelve triste, melancólica y... ¿enfadada?

—Sabía que eras tú..., Naruto.

El identificado como Naruto ríe con ironía.

—Te ves de la mierda, ­Sōji. ¿Qué no se supone que el estar descansado es algo esencial para un samurái? —cuestiona con aquella sonrisa irónica.

Naruto: Akuma no NekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora