Arc. 7 Cap. VI: La decisión

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Naruto se levantó con una jaqueca espantosa, de esas que te borran el sueño. Sentía que la cabeza le estaba por reventar al igual que su ojo derecho. Él no era de quienes soñaban, pero esta vez lo hizo. Tuvo un sueño bastante extraño: él trabajando como campesino. No tiene nada que ver con lo que le está pasando en estos momentos, pero fue algo curioso. Además de la jaqueca también sentía que su estómago se estaba comiendo a sí mismo. Lo primero que se le vino a la mente fue revisar la cocina para ver si de pura casualidad había algo para comer.

Con pies torpes se levantó del sillón y se encaminó a la cocina. Al abrir la alacena se decepcionó. Nada. Abrió las puertillas sobre la alacena. Tampoco. El refrigerador era su última salvación. ¡Al fin! Al fin encontró algo que no fuera aire. «¿Vino?», se pregunta al ver la botella de cristal verde bosque en una de las repisas de cristal en el refrigerador. No recuerda haber comprado una o que el motel lo ofreciera. Toma la botella y la inspecciona con toda la minuciosidad que le permitían sus ojos. Centrándose en la boca nota que no tiene la cinta con la que se impide sacar el corcho. Lo primero que se le viene a la mente es que Yukiko compró la botella y se la había estado bebiendo mientras no estaba. Frunce el ceño. Ella no tolera bien el alcohol, además de que beber no le hacía bien estando embarazada. Descorcha la botella y acerca el ojo a la boca para ver el contenido. A juzgar por lo que ve no parece que alguien haya tomado de su contenido; su olor delataba que estaba prácticamente nueva. ¿Acaso se habrá arrepentido antes de descorcharla?

Naruto cruza en diagonal la habitación hasta llegar a la única cama que hay, que es donde la muchacha está dormida. Con un poco de rudeza la mece para que se despierte. Ella gruñe por lo bajo como un bebé que es obligado a levantarse de su sosegado sueño.

—¿Qué pasó, Naruto? —pregunta ella, sentándose en el colchón.

—¿Compraste una botella de vino? —pregunta, modorro, y le acerca la botella a la cara.

Yukiko instintivamente echa la cabeza hacia atrás para que la botella no choque con su nariz.

—No, ya estaba en el refrigerador cuando llegamos.

—¿De verdad? —interroga sin quitarle la botella de enfrente.

—Naruto —ella gira la cabeza hacia otro lado arrugando el ceño—, aleja la botella. Me marea.

El azabache no alcanzó a quitarla a tiempo. Ella dejó escapar el característico pujido de alguien que está por drenar su estómago. Alarmada agita su mano hacia el bote de basura que anteriormente había estado junto al retrete, pero que ahora está a un lado de la cama. Naruto capta de inmediato. El susto le había borrado cualquier rastro de sueño y migraña. Yukiko se inclina al bote y vomita hasta ya no poder más.

—¡Perdón!, ¡perdón!, ¡perdón! —se disculpa repetidamente.

—Está bien. No te preocupes. Solo que no me acerques eso —señala lánguidamente la botella de vino— a la cara. ¿Por qué estás despierto? —pregunta antes de escupir una flema con sabor a vómito en el bote.

—Creo que me dio insomnio.

Muy amablemente el azabache le hizo el favor a la muchacha de llevarse el bote a un lugar remoto: a su dimensión kamui. Quién sabe dónde iría a caer el bote.

—Oye, ¿y qué hay de esos portales que de pronto hacer aparecer? ¿Cómo aprendiste a hacerlos? —pregunta, curiosa.

—La verdad, no sé. Aparecieron hace mucho, cuando conseguí evolucionar mi sharingan.

—¿Sharingan? ¿Así le dices a cuando te cambian los ojos?

—¿Nunca te lo comenté?, ¡qué raro!, casi que me la paso alardeando de ellos. Qué extraño.

Naruto: Akuma no NekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora