Arc. 6 Cap. IX: Lilith, la otra pequeña diosa.

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El espacio se arrugó como un remolino de agua, distorsionando la imagen. Naruto pisó el suelo frío de madera de su habitación de hotel; acababa de despertarse y se aturdió por el cambio súbito entre un espacio casi completamente oscuro a uno que lo bombardeaba de luces.

—¡Naruto!, ¿dónde rayos te metiste?

El mencionado volteó hacia la pequeña cocina a su izquierda, ahí encontró a su compañera, quien, por cierto, no se veía nada feliz. Tenía los brazos cruzados y una pierna sobre otra, y la mirada que le dirigía no era la más tranquila que digamos.

—¿Estás despierta tan temprano?

—¡No evadas la pregunta! —le gruñó—. ¿Dónde te metiste? ¡Me tuviste como estúpida haciendo de cenar, y luego ni te apareciste!

Miró a un lado de la chica y vio un plato con arroz y verduras. Se rascó la nuca sintiéndose con culpa.

—Uh... Lo siento, entrené hasta el cansancio. —Caminó hacia la mesa—. Oye, ¿de casualidad no hay algo de carne para acompañar?

—Eh, eh, espérate ahí. —La Lucifuge se puso frente a él—. ¿Quién dijo que ibas a comer?

—¿Qué? ¿No?

—Ay, sí, seguramente te voy a dejar comer la comida que yo preparé para que cenaras bien, para que al final tú ni te aparezcas. ¡Estás bien equivocado!

—Pero sí iba a comerla.

—Ibas, rey, ya no.

La muchacha recogió el plato y tiró el arroz en el botecito de basura que había junto al refrigerador.

—¿Por qué lo tiras? —Naruto le reclamó.

¿Cuál era la necesidad de tirarlo? Lo hubiera guardado.

—Eso te pasa. Ahora, no sé lo que vayas a hacer, pero yo ya no te voy a preparar nada, ¿entendiste? ¡Nada! Ni que fuera tu criada. —Yukiko le picó el pecho con un dedo para enfatizar.

El ojigarzo arrugó el entrecejo, pero eso le valió un sermón todavía peor.

—●○●—

La ciudad de Bran estaba tranquila y silenciosa, algo extraño en ciudades grandes y urbanizadas; los coches y el pitido de los cláxones deberían inundar las calles; sobre todo porque todavía era de día, el Sol ni siquiera había llegado al cénit. Pues esto era por la tremenda cantidad de nieve que cubría las calles de la ciudad. Había gente en las calles, pero no coches.

El paseo era impresionante. Como las casas seguían teniendo ese toque medieval, se sentía como si hubiera viajado en el tiempo hasta el Medievo. El único problema era el maldito frío. Yukiko casi que lo sacó a patadas de su habitación, ni siquiera le dio tiempo de abrigarse bien. Sí, esta no era la primera vez que estaba expuesto a un clima tan frío, y de hecho ya se había enfrentado a climas más extremos, pero eso no por eso estaba acostumbrado.

«¿Venderán ramen?», se preguntó al ver una tienda pequeña con el nombre Drácula. Ya había ido a otras tiendas más, pero en ninguna había ramen para preparar. «Este... ¿La pasta italiana sabe parecido a los fideos? ¿Ah?», el azabache se extrañó por una figura pequeña caminando en sentido contrario en su misma banqueta. Era esa niña que acompañaba a Rizevim. ¿Qué estaba haciendo allí sola?

—¡Hey!, te llamas Lilith, ¿cierto?

La mencionada ladeó un poco la cabeza, confundida por la actitud del hombre que se le acercaba.

—Oh, este..., ¿sabes hablar? ¿Entiendes lo que digo?

La niña sacudió la cabeza de arriba abajo, pero lo hizo como si dudara.

Naruto: Akuma no NekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora