Arc. V Cap. III: Un trato con el diablo

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—¡Dejen las herramientas en la mesa y fórmense pegados a la pared! Quiero que absolutamente todo el material esté en las mesas. Si falta una sola cosa hay castigo para todos.

El supervisor caminó por entre las filas y columnas de mesas de trabajo deteniéndose por varios segundos para inspeccionar minuciosamente los alicates y martillos que habían sobre tablones de madera. La preocupación empezó a invadir a los presos cuando su supervisor se quedó quieto más tiempo de lo normal.

—Falta un alicate. —Se giró hacia los prisioneros que esperaban con la espalda en la pared. El supervisor caminó con calma hacia ellos, lo único que se oía en el lugar además de las aspas de los ventiladores girar eran las pisadas de sus botas de cuero. Pasó frente a cada uno de los reos hasta detenerse frente al último—. Hagamos algo: si me dicen quién tomo ese alicate los eximiré de su castigo; ¿les parece?

Naruto no se perturbó aun cuando captó que el mensaje iba directo hacia él. No le extrañaba que el primer sospechosos fuera él, siempre era así. Su vista nunca dejó de apuntar hacia adelante aun cuando ya no había nada frente a él.

Los prisioneros no dijeron nada. Tras varios minutos de solo escuchar el chillido de sus botas y el traqueteo de las viejas y lentas aspas de los ventiladores, el guarda se volvió a parar frente al recluso estrella, como le habían denominado. Naruto no mostró perturbación, otra vez.

—¿Están seguros de que nadie vio nada? —dijo sin dejar de verlo a los ojos. Su ceño se frunció cuando los ojos del muchacho dejaron de ver hacia él y se inclinaron hacia la derecha. Siguió la mirada del prisionero hasta ver a quién señalaba en silencio. Sin hablar dio media vuelta y caminó hacia el reo que había sido inculpado.

El varón frente a él era de baja estatura y con un rostro ovalado. Su frente sudaba y su ojos no podían encontrarse con los del él. Lo escaneó de abajo hacia arriba, pero se detuvo a la altura de su cintura al ver un pequeño y casi imperceptible bulto debajo de su pantalón.

—Bájate los pantalones.

—P…Pero…

—Que te los bajes te dije.

Bajo la vista de todos en la habitación, el sujeto se comenzó a bajar los pantalones con ambas manos temblando de nervios. Tan pronto su ropa interior quedó a la intemperie, todos pudieron ver el alicate que ocultaba ahí. Extender su mano en silencio fue suficiente para que el prisionero le entregara el alicate.

—Bien. Libicocco, llévalo al módulo de concentración. Haz lo que quieras con el, solo asegúrate de no acabar matándolo. Para gente como esta la muerte es un lujo que no podemos permitirles.

—Está bien, Malacoda.

Uno de los tres guardias en la habitación caminó hacia el preso. Pareció pasar de largo, pero fue entonces que lo sostuvo por el cuello de su camisa que comenzó a arrastrarlo hacia la salida de la habitación.

El supervisor entonces miró a los presos en la pared. Lanzó el alicate sobre la mesa detrás de él y les dijo sin dejar de verlos.

—Salgan de aquí, ya. Apestan a sudor. —No hizo falta que repitiera las instrucciones—. Tienen diez minutos para bañarse, si no alcanzaron regadera, con la pena, pero el agua se corta puntual. Ya salgan de aquí, su hedor me daña la vista.

Los prisioneros comenzaron a salir en una fila india mal organizada. A ninguno le interesaba si el otro salía o no, eso significaba que tendrían más espacio para ellos. Naruto los siguió a lo lejos sin ninguna prisa, después de todo él tenía más tiempo que el resto.

Al llegar a los baños vio todos los cuerpos desnudos y sudorosos de los prisioneros masculinos tal y como sus madres los habían traído al mundo. La vista era desagradable, había de todo ahí. Él solo se quedó recargado en arco que unía la sala de casilleros con las regaderas. Desde su lugar veía cómo los reos chocaban sus cuerpos desnudos entre sí para sacar conseguir un lugar dentro de una de las quince regaderas que había ahí. El panorama era grotesco. En su cabeza se preguntaba cómo lo verían a él, ¿pensaban acaso que era alguna clase de rarito por quedarse lejos viendo sus cuerpos desnudos? Solo se giró para ver la puerta por la que todos entraron.

Naruto: Akuma no NekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora