Epílogo

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Han pasado algunos días desde que acabó la invasión y el funeral conmemorativo a los ángeles caídos y demonios que habían muerto durante el ataque de los héroes. Actualmente yo, Hyoudou Issei, y mis compañeros de séquito junto con los Sitri nos encontramos esperando frente a las gigantescas piedras de la prisión general del inframundo. Sensei nos informó que, por petición de los líderes de facción, deberíamos escoltar a un prisionero de alta peligrosidad hasta el juzgado Mastema.

-¿Tienes alguna idea de a quién escoltaremos? -le pregunté a Rias mientras me acercaba a ella. Rias se dio la vuelta para verme.

-No lo sé, Onii-sama no me dijo nada. ¿Serafall-sama no te ha dicho nada, Sona?

-No, no he hablado con ella desde que terminó la invasión. De hecho, ni siquiera la he visto. He oído que ella y el resto de maou están día y noche ocupados con los juicios a los prisioneros que capturamos.

En ese momento las enormes puertas comienzan a abrirse, de la entrada a la prisión comienzan a salir una gran cantidad de soldados del inframundo. ¡Guau! ¡Seguro este prisionero es peligroso si incluso los siervos de Sirzech-sama están aquí! Mirando más allá de los soldados veo la figura alta de un hombre, cada vez se acerca más. La adrenalina crece cuando veo que a sus manos, pies y cuello los aprisionan grilletes metálicos. ¡¿Tan peligroso es este sujeto?! Mierda, mis pies comienzan a temblar cuando el sonido de los grilletes hace eco desde adentro de la prisión.

-Tú eres... ¡¡¡Naruto!!!

Sí, el hermano de Koneko-chan era a quien teníamos que escoltar hasta el juzgado. Naruto volteó hacia mí, sonriendo como un socarrón, y a pesar de que sus ojos estaban ocultos debajo de una venda podía sentir que me miraba directo a los ojos.

-¿Alguna vez te han dicho que eres muy ruidoso, sekiryuutei?

-¡Guarda silencio, basura!

El soldado escolta que sostenía la cadena atada a su cuello lo empujó con la parte plana de la afilada lanza en su mano. Naruto chasqueó la lengua y miró hacia atrás.

-Ten por seguro que memorizaré tu aura y te asesinaré tan pronto salga, imbécil.

-¡He dicho que camines!

El guardia vuelve a empujar a Naruto, este cae de bruces al suelo sin poder interponer las manos.

-Buenos días, jóvenes de Gremory y Sitri. Como pueden observar, este es el prisionero al que debemos escoltar hasta el juzgado Mastema.

Sōji Okita-san se acerca a nosotros con una expresión tranquila. MacGregor se acerca a nosotros también y nos habla.

-Les recuerdo que queda estrictamente prohibido hablar con el prisionero, así que limítense a seguirnos. -Entonces mira directamente a Koneko-chan y continúa-. Descuiden, su poder está suprimido al mínimo, lo suficiente como para que esté con vida: no les hará daño.

Asentimos a las palabras de MacGregor y procedimos a distribuirnos por los flancos de la escolta, Rias, Sona-kaichou, Akeno y Tsubaki-san se colocaron detrás de la escolta junto a los siervos de Sirzech Lucifer-sama.

-¡Bien, avancen!

La escolta comienza a caminar, el soldado que está detrás de Naruto lo empuja para que camine.

El colosal portón que separa el edificio de la prisión con el resto de la capital se abre, revelando un largo camino despejado que se pierde a lo lejos, pero puedo ver que a los lados de este largo camino hay cientos de demonios que están siendo retenidos por soldados del inframundo.

-¡Muérete, pedazo de mierda!

-¡Mataste a mi hijo y a mi esposo, maldito!

-¡Ojalá te pudras en la prisión, hijo de puta!

Naruto: Akuma no NekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora