Naruto: Akuma no Neko

Epílogo

—¿Se puede pasar? —preguntó luego de haber llamado a la puerta.

—Sí. Pasa.

Con cuidado abrió la puerta. El cuarto estaba casi a oscuras, solo un poco de luz de luna iluminaba el interior por la puerta abierta que da al balcón. Vio recargada en el balcón a Yukiko, quien solo lo veía por encima del hombro.

—¿Qué traes ahí?

—Vino. ¿Qué?, ¿no tomas?

Naruto se acercó a ella y le extendió una de las copas.

—Poquito, no tolero muy bien el alcohol.

—Supongo que eso sí es genético —dijo entre risas.

Ambos se inclinaron en la barandilla para gozar de una vista maravillosa de la Torre Eiffel. Al moreno se le ocurrió un viaje a París para que la chica pudiera relajar un poco. Funcionó.

—Oye, tenemos que movernos pronto.

—Sí..., lo sé... —suspiró—. Es una pena, me hubiera gustado ver más este lugar.

Naruto agachó la cabeza y se mordió un labio mientras pensaba en qué hacer. De una se tomó todo lo que quedaba de vino en su copa.

—¿Qué quieres hacer?

—¿Eh?

—Sí, ¿qué quieres hacer? Podemos irnos mañana en la mañana. No te preocupes.

—¿Seguro?

—Sí.

—¿Seguro seguro?

—Sí.

—¿Segurísimo?

—¿No quieres o qué?

—¡Sí! ¡Deja que me cambie!

La muchacha se tomó su vino, dio media vuelta, y se apresuró a buscar ropa para salir.

En lo que la chica decidía qué ponerse, una pequeña nube blanca se apareció sobre la barandilla del balcón delante de Naruto. Su clon estaba atento a lo que le indicarían.

—Ve a reunirte con él. Explícale lo que busco y lo que puedo ofrecer.

—¡Sí, jefe!

El clon desapareció de un salto.

—¿Crees que vaya a funcionar?

Naruto se quedó reflexionando un poco antes de responderle a su inquilino gigante. «Espero que sí...».

—¿Por qué sigues aquí? ¡Ve a cambiarte!

La Lucifuge regresó a la sala con las ropas que se iba a poner.

—¿Ah? Lo siento, me distraje.

Naruto se disculpó y se fue. Mientras acompañaba a Yukiko a lo que quisiera, esperaría las memorias de su doble. «Ojalá todo salga bien...».