Arc. 7 Cap. VII: Los ecos de Agreas

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—"Los reportes de familiares desaparecidos luego del rapto de Agreas van en aumento" —lee en voz alta el rey Ajuka Belcebú el titular de un periódico bastante popular en el inframundo—. Sirzechs —mira por encima de la hoja que estaba leyendo para ver a su mejor amigo sentado tras su escritorio con la cara enterrada en sus manos—, tenemos que hacer algo urgentemente. Esto nos va a golpear duro.

—Ya lo sé, Ajuka, pero no hay mucho que podamos hacer. No tenemos ni la menor idea de dónde carajos está la isla ni por qué razón muchos civiles no fueron teletransportados.

La sala queda en un silencio absoluto por eternos segundos hasta que la única reina del inframundo lo rompió con una pregunta.

—¿Cuántos desaparecidos van hasta ahora?

—Reportados, unos cuatrocientos mil; pero sospechamos que en realidad fueron poco más de un millón. Familias enteras pudieron no haber salido de la ciudad a tiempo —responde, apático pero franco, Falbium. Había más cosas que le preocupaban que los desaparecidos.

Agreas era el ápice de tecnología, en su interior coexistían tanto la tecnología arcaica de la primera generación de demonios como los avances futuristas de Ajuka y del resto de científicos del inframundo. Era de esperase que algo le ocurriera a esa colosal isla flotante; lo que no esperaban era que fuese uno de los primeros objetivos de Rizevim, sobre todo porque la ciudad era monitoreada con un ojo casi divino.

A Falbium le preocupaba más que toda la tecnología de la que gozaba la ciudad ahora estuviera en manos de Rizevim y de su ejército que los miles de desaparecidos. Un poco cínico, lo admitía, pero sabía muy bien que el resto de sus compañeros pensaban casi igual que él. Además, otra vez con su postura cínica sobre el asunto, la población era de más de diez millones de individuos; un millón era una décima parte.

—¿Aún no sabemos nada sobre lo que pasó con la isla? —vuelve a hacer otra pregunta la única mujer del grupo.

—No. Ninguna facción ha detectado nada. Lo más probable es que la hayan escondido en una dimensión artificial, ya ves que los magos son bastante buenos para esas cosas —dice Sirzechs con un tono abatido.

—Sirzechs, esto se va a poner feo, lo sabes, ¿verdad?

El pelirrojo asiente, afligido. Debía hacer algo, tenía un deber para con los millones de familias a las que les secuestraron madres, padres, hijos, tíos, sobrinos y abuelos.

—¡Estamos viendo esta larga peregrinación de miles de familias que se dirigen a la capital para exigir que sus familiares les sean devueltos! —dice el de las noticias mientras la imagen de un anchísimo y casi infinito río de puntitos negros que eran personas peregrinan pegados hasta donde están ellos.

"¡Justicia!, ¡justicia!, ¡justicia!". El micrófono de la cámara logra captar los incesantes bramidos de la multitud.

—●○●—

Cuatro horas después del secuestro de la isla y dos horas después de que se reportaran las primeras peregrinaciones de manifestantes a la capital del inframundo el Castillo Rojo, la residencia principal del rey demonio Lucifer y punto de reunión de los cuatro reyes del Inframundo, había sido rodeada por los millones de manifestantes que peregrinaron desde las ciudades aledañas hasta la capital. El Monumento a la Libertad, alzado en los días posteriores a la victoria de los revolucionarios en la guerra civil, había sido demolido por la turba furiosa que rugía "justicia" frente a las puertas de adamantina del edificio principal de la megafortaleza barroca.

—¿Qué planean hacer, Sirzechs? —le pregunta Naruto al rey demonio mientras se asoma por entre las cortinas del Despacho Rojo para ver el mar de cabezas en el patio principal del Castillo.

Naruto: Akuma no NekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora