Arc. 6 Cap. VIII: Padre e hija

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La llegada de los Gremory al territorio Carmilla no significó ningún problema para su espionaje, solo era necesario suprimir su chakra al mínimo para pasar desapercibido. Había notado la ausencia de Shirone, eso facilitaría aún más las cosas. Ella es la única capaz de reconocer su firma de charka incluso cuando la suprime al mínimo.

El grupo de adolescentes, supervisados siempre por Azazel, iban en telecabina que conectaba con una de las montañas en las afueras del territorio Tepes. Se le hizo curioso que el Gobierno pareciese ignorar la existencia de aquel teleférico. La nieve era una molestia para su vista; el viento se la echaba a la cara para cegarlo.

«Kurama, ¿qué piensas?», la pregunta se refería a la incursión de los Gremory a territorio enemigo.

—Se han de haber aliado con el viejo Gobierno para frenar el golpe de Estado.

«¿Debería informarles de esto?», la pregunta era más bien para él mismo, pero la respuesta que le dio su inquilino no fue menospreciada.

No creo. Ya deben de estar preparados para este escenario. Los has mantenido informado de los preparativos y despliegue de tropas que han estado haciendo los Carmilla.

Una pequeña explosión silenciosa de humo blanco alteró la nieve frente a él. Mirando directo a los ojos de su doble le ordenó seguir al séquito de demonios. El otro Naruto se desvaneció entre la densa cortina de nieve que rodeaba el bosque blanco.

—●○●—

«¿Qué descubriste?» fue lo que oyó inmediatamente después de que su kamui lo aventara al centro de la habitación que había alquilado. La Lucifuge no había salido, y si es que lo hizo, siempre volvía antes de que él lo hiciera.

Sentados en la mesa, comiendo un triste tazón de cereal, hablaban entre ellos para mantenerse al tanto de lo que sucedía en el día a día de cada uno. Yukiko decía quedarse en las instalaciones todo el día, casi siempre en la habitación de hotel. Aunque no negaría aquella posibilidad, Naruto tenía presentía que aquello era una mentira. No le había sentido que la muchacha se confinara a sí misma a un establecimiento luego de permanecer casi dos años en prisión. Era ilógico que se quisiera encerrar luego de estar encerrada tantos años; aunque no sería extraño que socializar le fuese más difícil y que por ello voluntariamente se confinara en el hotel.

No había querido espiar a la chica porque, en caso de que lo descubriese, la confianza que había trabajado por forjar entre ambos se desmoronaría. Sin embargo, si ella estaba ocultando algo que pusiera en peligro sus planes, no espiar sería un terrible error.

La comida siguió y acabó en silencio, ella en un aparente estado de clama y él aparentando estarlo, aunque su mente fuera un desastre. Él fue quien se retiró primero, escusándose de que tenía que seguir recopilando información, ella no cuestionó su motivo, solo le deseó suerte, y que si ocupaba ayuda no dudara en contactarla. Sin embargo, lo que realmente sucedió fue que, tras ser absorbido por el vórtice que nació de su ojo izquierdo, Naruto se quedó oculto dentro de la dimensión de altos y robustos pilares de desconocido metal que se erguían en distintas alturas y se dilataban en tamaños varios.

Esperó lo que creyó necesario para que la chica hiciera lo que tuviese que hacer antes de salir de la habitación, si era verdad que ella no hacía nada, entonces se ocultaría tras la escusa de que se olvidó de un pergamino; eso sería un tercios verdad, pues intencionalmente dejó un pergamino sobre la pequeña mesilla junto al sillón en el que dormía. Ahora sí, tras contar cinco minutos en silencio y con volátil paciencia, invocó de nuevo aquel remolino espaciotemporal que distorsionó la imagen como un vórtice hace con el fondo del manantial. Fue absorbido en aquel vasto mundo de pilares y regurgitado en la habitación de hotel en la que se había despedido de la muchacha.

Naruto: Akuma no NekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora