Había pasado un día desde que la invasión al inframundo acabó. Después de que el pelinegro cayera inconsciente junto con ambos reyes demonio, Cao Cao reapareció para enfrentarse al renacido sekiryuutei y al hakuryuukou, cabe decir que terminó perdiendo por obvias razones, a parte de que perdió el ojo de medusa que se había implantado como sustituto al que había perdido allá en Kyoto.
Actualmente se estaba llevando a cabo el funeral de todos los demonios y caídos, tanto soldados como civiles, que habían fallecido durante la invasión. Durante dos días se iba a estar en luto en todas las facciones, este era el primer día de luto.
Mientras en la superficie se llevaba a cabo un desfile de demonios y ángrles caídos que lamentaban la pérdida de sus familias y amigos, en alguna habitación debajo de la tierra, Naruto se encontraba atado de pies y manos a una silla mientras Grayfia estaba de pie frente a él. Las muñecas del ojigarzo estaban aprisionadas por grilletes repletos de símbolos y supresores de energía.
—¿En serio aún no acaban con los invasores? —preguntó el azabache, escuchando el sonido de cientos de pisadas encima de él—, quiero decir, yo y Kurama éramos su única amenaza real, quizá los gigantes también, pero a diferencia de ellos nosotros sí estábamos conscientes, lo que nos volvía más peligrosos.
—Para su información, la invasión terminó pocas horas después de que usted, Lucifer-sama y Beelzebub-sama cayeran inconscientes —Grayfia dijo sin borrar la expresión monótona de su cara—. El sekiryuutei apareció acompañado por el Gran Rojo y la diosa dragona Ophis y juntos derrotaron al gigante.
—Ya veo... así que no fue una alucinación mía —lo último lo dijo susurrando—. Bueno, supongo entonces que esto es el funeral a los caídos en batalla, ¿no es así? —Grayfia no respondió—... Tomaré eso como un sí... Dime, abuela Grayfia, ¿acaso no piensas ir a dejar tus condolencias a los soldados y civiles?
—¿Y dejarlo solo? No hay forma en el infierno. Ni loca le dejaría una oportunidad para escapar.
Naruto rio entre dientes.
—Si es así, podrías llevarme contigo. Yo también tengo algún que otro sentimiento por este lugar de mierda que llaman inframundo, ¿sabes? —Naruto sonrió con astucia. Grayfia sabía que él lo estaba diciendo para molestarla, pero aún así él no tenía derecho de decir algo así después de toda la matanza que acusó.
—Cuida tus palabras, Naruto —su ceño se frunce al decir aquellas palabras, el nominativo "usted" había desaparecido—. Dudo mucho que tengas algún sentimiento por el inframundo que vaya más allá de tu odio injustificado por los demonios.
—¡Hey, ey, ey! ¿Desde cuándo eres de las que salta directo a las conclusiones? —Naruto sonrió con gracia—. Para tu información, sí tengo sentimientos por este lugar, por más pequeño que sea; después de todo aquí fue donde viví hasta mis dieciocho años. ¿Y "odio injustificado"? Por favor, no me hagas reír. Mi odio por este lugar es tan justificado como mis ganas de orinar sobre los ataúdes de todos y cada uno de los demonios que están como cuatro metros sobre nosotros y tres metro bajo la tierra.
Grayfia no lo soportó más, ese maldito había colmado su paciencia. Sin pensarlo se acercó a él y con el dorso de su mano le abofeteó la mejilla. Naruto quedó en silencio, sintiendo calor en su mejilla. La sirvienta miró con frialdad a Naruto.
—Te dije que cuidaras tus palabra. Si vuelves a decir algo así, te mataré —amenazó.
—Adelante, mátame —desafió con una sonrisa socarrona. Vio los puños de la mujer apretarse con fuerza hasta dejar blancos sus nudillos—. ¿Qué sucede? ¿No que ibas a matarme? ¿O es que acaso no puedes porque soy el amigo de tu esposo, o es porque el consejo pediría tu cabeza por insubordinación? De seguro este truco te pudo funcionar con el resto de tus interrogados, pero ahora tienes a alguien que no te teme en lo absoluto. Con simples palabras no podrás atemorizarme.
—No tientes a tu suerte, después de todo, yo soy quien está a cargo de este Interrogatorio y no el que está atado a una silla, indefenso y con su poder suprimido al mínimo.
Naruto frunció el ceño, eso había dañado un poco su orgullo.
—De nada sirve una tortura si ni siquiera puedes dañarme; además, mis barreras mentales son superiores al resto. Sea cual sea tu método de tortura, sacarme información te será imposible.
Una sonrisa apreció en el rostro de Grayfia. Naruto mentiría si dijera que eso no le causó unos cuantos escalofríos en la columna vertebral.
—Eso ya lo veremos.
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Naruto: Akuma no Neko
FanfictionDescargo de responsabilidad: no soy dueño de Naruto o Highschool DxD, cada obra a sus respectivos autores: Masashi Kishimoto e Ichiei Ishibumi, respectivamente. Cabe destacar que esta historia, o en este caso, este fanfic, es de mi propia creación. ...