Arc. V Cap. VII: El tiempo se acaba

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—¿Y ahora qué?

—Solo faltan unos cuantos detalles más para que todo esté listo para nuestra fuga.

Naruto dio una mordida al pan tostado que se le había dado para comer. Yukiko se sentó junto a él y abrazó sus rodillas.

—¿Ahora qué necesitas que haga?

—Nada. Esta vez yo me haré cargo.

La Lucifuge asintió en silencio sin soltar sus rodillas. Naruto dio otra mordida a la tostada antes de ponerse de pie.

—¿A dónde vas?

—Voy a tirar esto. Ya no tengo apetito.

—Te acompaño.

Ambos caminaron hacia el comedor de la prisión, en el trayecto recibían muchas miradas de los allí presentes, especialmente de los guardias; pero estos centraban más su atención en el azabache que en su compañera. El nekoshou le dijo que lo esperara en cualquier asiento, que él iría a revisar unas cosas. Ella asintió y se fue a sentar en una mesa vacía.

«Carajo... Hay demasiados guardias», pensó. Para cualquiera de los reclusos en la prisión le sería imposible ver a todos los guardias que vigilaban la prisión, pues se mantenían muy bien ocultos a la vista; pero no para él, incluso sin el sharingan era capaz de identificar sus posiciones.

Naruto se tapó la cara con el antebrazo para fingir esconderse del sol y no despertar sospechas de los centinelas. «Este lugar queda descartado, está demasiado expuesto».

El nekoshou dio una última escaneada a las posiciones de los centinelas y luego se dirigió de vuelta hacia el comedor. Su ceño se frunció en confusión al ver a un recluso sentado en la misma mesa que Yukiko. Mientras se acercaba a ellos escuchó una propuesta del recluso.

—¿Qué te parece si tú y yo nos vamos de aquí a un lugar más... privado?, ¿te parece?

Naruto se detuvo en medio de los dos. Ambos voltearon a verlo. Él miró a Yukiko y le preguntó:

—¿Lo conoces? —Ella negó con la cabeza. Naruto ahora miró al recluso—. ¿Podrías moverte de aquí? Incomodas.

En silencio, el recluso se puso de pie, demostrando que era una cabeza y media más alto que el azabache; además de tener una complexión mucho más robusta y bruta. El sujeto se quedó viendo al nekoshou con una mueca de molestia, pero luego esa mueca pasó a ser una sonrisa petulante.

—¿Y qué vas a hacer, flacucho?

El tipo se burló de la complexión del azabache. Al moreno no le importó mucho, sabía que a pesar de no ser tan robusto podía neutralizar al bárbaro que tenía delante. Tomó un respiro y habló.

—Mira, no quiero hacer un escándalo aquí. Así que, por favor, retírate de aquí.

—Oh, ¿tienes pena de hacer el ridículo frente a la chica? —el sujeto se burló.

—No. Te estoy ahorrando una humillación.

—¡¿Qué dijiste?! —Tomó al azabache por el cuello de su camisa—. No te escuché, flacucho. ¿Qué fue lo que me dijiste?

Naruto entrecerró los ojos. Este sujeto era un completo patán.

—Dije que quería ahorrarte una hu....

Movió la cabeza para esquivar un golpe. Antes de que un segundo golpe viniera hacia él o que el tipo intentara acercarlo tirando de su camisa, el azabache retrocedió con brusquedad para quitarse la mano del recluso de encima.

—¡Ven para acá, flacucho!

El sujeto se lanzó hacia él a una velocidad que dejó mucho que desear, sin embargo, el golpe mandó al piso a un recluso que pasaba por detrás del ojizarco. Él se deslizó por entre los pies del bárbaro. El sujeto balanceó se giró y con su codo trató de dejar a Naruto en el suelo, pero solo fue esquivado.

Naruto: Akuma no NekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora