Arc. 7 Cap. II: Buenas noticias

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Naruto fue despertado por el ruido de algo crujiendo. Se sentó de golpe y agarró un kunái de su bolsa de herramientas. Todavía ni terminaba de enfocar bien lo que tenía en frente. Poco a poco fue distinguiendo la mata ceniza de pelo, la piel pálida y los intensos ojos celestes de su compañera. Relajó la guardia luego de reconocerla.

—¿Qué horas son? —preguntó, notando que todavía era de noche afuera de la cueva.

—Ni idea —le respondió la chica—. No es fácil saber qué horas son con la noche eterna de afuera.

«Oh, es verdad», recordó ese detalle. «¿Cuánto dormí?», le preguntó a su amigo de nueve colas. El zorro le reveló que había dormido poco más de tres horas y media. Aún medio adormilado, volteó a lo que reconoció eran los ojos de la chica y le preguntó que qué hacía despierta.

—Me dio hambre. Iba a ver si de casualidad sellamos algo en los pergaminos.

Apilados como arena en una esquina del cubo choza estaban varios rollos de almacenamiento con cosas varias, la chica pretendía revisarlos para ver si de pura suerte encontraba comida, pero por pisar una pequeña ramita que se había caído del techo se delató.

—¿...?

—Ay, sigues dormido. Acuéstate, andas todo modorro.

La chica le quitó la cuchilla a su compañero, con cuidado le pujó el pecho para obligarlo a que se recostara de nuevo, con el mismo cuidado regresó la cuchilla al bolso de herramientas, y arropó al hombre de bigotes en los cachetes con su camisa.

—No tengo ya sueño —protestó.

Naruto intentó levantarse: la muchacha no lo dejó.

—¿Cómo que no? ¡Se te ve la cara de dormido!

Pretendió volver a oponerse a las indicaciones que se le daban, pero sus palabras murieron por un largo bostezo que lo delató. La Lucifuge se rio de él en voz baja para ya no molestarlo.

—Ya duérmete —le dijo, acariciándole el cabello.

—Ajá... —fue lo último que dijo.

Naruto se quedó profundamente dormido, ni siquiera el suave ruido de las explosiones de humo que salían de lo pergaminos lo volvieron a despertar.

—●○●—

¡Naruto! ¡Despiértate!

«¿Ah...?», fue el primer pensamiento que se le vino a la mente. Despertarse, creía, era como estar drogado; uno no es capaz de pensar bien por un buen rato, a menos que intervenga la adrenalina u otras hormonas. «¿Qué pasa?», fue lo primero que dijo al recuperar a medias la conciencia. Tocó su frente y la sintió un poquito caliente.

¡Que ya es tarde! ¡Te quedaste dormido, tarado!

«¡¿Eh?!». De un chispazo la adrenalina le quitó lo adormilado e hizo que se levantara en un santiamén, asustando a Yukiko, quien estaba sentada cerca, recargada en una pared, y comiendo tranquila un cereal hasta ese momento. Un poco de leche con cereal se le derramó encima por el brinquito que dio al asustarse.

—¡Hey! ¡¿Qué te pasa?! —le gritó mientras se despegaba de la panza la parte mojada de su camisa.

Naruto ni la escuchó. Se arrancó la chamarra y la camisa que había estado usando como sábanas, se levantó casi que de un salto y se empezó a vestir con prisa. «¡Puta madre! ¡Puta madre!», repetía una y otra vez en su cabeza; y ni cómo echarle la culpa al zorro si él se la pasó gritándole para que se despertara. Por andar apurado casi se le olvida de ponerse las botas.

Naruto: Akuma no NekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora