Naruto: Akuma no Neko

Arc. 3. Cap II: Curiosidad carnal (+18)

Naruto fue abordado por una extraña sensación que recorrió todo su cuerpo, desde la planta de los pies hasta la punta de su cabello. Se sentía como si estuviera dejando que su cuerpo sea arrastrado por la corriente de un rio o un arroyo. ¿Acaso ese era la sensación de regresar a la realidad? No pudo evitar cuestionarse. Se sentía muy diferente a romper o salir de un genjutsu. Mientras que la sensación de volver a la realidad se sentía como dejarse llevar por la corriente de un arroyo o río, romper un genjutsu se sentía como si millones de cristales explotaran al mismo tiempo.

Una vez la aquella sensación lo abandonó, lo primero que sintió fue una muy grande malicie en toda su espalda, se sentía como si estuviera recostado en un colchón hecho de casimir, angora, seda y la lana más fina y suave del mundo. Si no fuera por la presencia que Kurama, y ahora él, había sentido cerca de él, ni siquiera se hubiera levantado. Intentó levantarse, pero ni bien se alzó unos cuantos centímetros del colchón, su cuerpo perdió toda su fuerza y volvió a caer de espaldas en el colchó. Lo más probable era que ese fuera el precio por haber estado dormido por tres o más días. Con mucho esfuerzo logró mover un poco su mano, lo suficiente como para usarla de apoyo para poder sostenerse. Con aún más esfuerzo se logró levantar y sentar en la cama; lentamente abrió los ojos para acostumbrarse a la luz.

—Veo que ya despertaste —La dulce, melodiosa, pero monótona, voz de una mujer se escuchó a su derecha. Naruto abrió sus ojos de golpe con sorpresa al reconocer aquella voz; miró en aquella dirección solo para que sus ojos se encontraran con un par de ojos gris oscuro, casi color negro. Sentada de piernas cruzadas en una silla de madera al lado de la cama, una bella dama de cabello largo y negro que le llegaba hasta la cintura. Esa hermosa mujer vestía con un vestido largo negro de tipo lolita gótica con la parte del pecho cerrada. Naruto abrió sus ojos a tal grado, que, quienquiera que lo hubiera visto, podría jurar que sus cejas parecían estar por salirse de su frente. Tal era su sorpresa que no pudo más que farfullar la interrogante que corría por su cabeza.

—¿O-Ophin?, ¿e-eres tú? —preguntó atónito, pero confundido a la vez. La mujer pelinegra asintió con la cabeza en un movimiento delicado, digno de una princesa, y que, acompañado con el lugar de sus manos sobre sus rodillas, le daban un aire de realeza.

—Así es, ¿qué no me reconociste? —dijo y preguntó ella después de haber asentido. Naruto negó con la cabeza y preguntó.

—¿Qué significa esto?, ¿qué sucedió con tu figura de niña?

—Quiero probar una cosa —respondió—. Aunque ignorando eso, —Ella miró fijamente a Naruto, que tragó un poco de saliva ante la mirada que Ophis le estaba dando —, seguramente tienes hambre, has estado inconsciente por tres días seguidos. —Naruto se extrañó ante la repentina muestra interés de Ophis en su bienestar. Estaba por decir algo, pero su estómago le ganó.

Grrrr...

—Parece que tenía razón: tienes hambre —Ophis dijo mientras veía fijamente el estómago de Naruto, el cual había hablado por él. El azabache desvió la mirada con las mejillas teñidas ligeramente con un polvo rosado. Ophis no dijo nada más, se levantó de la silla y caminó hacia una mesa de madera, bajo la atenta y curiosa mirada de Naruto, sobre la cual había un cuenco con algo adentro y con una cuchara de madera.

—¿Qué haces? —inquirió el azabache mientras veía como Ophis se acercaba a él con el cuenco en mano.

—Te daré de comer, ¿qué acaso no es evidente? —ella cuestionó mientras que, con ayuda de su magia, acercaba la silla de madera en la que había estado sentada hasta donde ella estaba, cerca de la cama de Naruto. El azabache estaba por hablar, pero Ophis puso la cuchara con sopa delante de él—. Di "Ahhhh". —A Naruto se le formó una gota de sudor en la nuco. Se sentía como niño.