Epílogo

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Han pasado ya unos cuantos días desde la rebelión de la facción de héroes contra la autoridad de Ophis en la Khaos Brigade, yo, Naruto, me encontraba de pie sobre la rama de un árbol en medio de un claro vacío en las lejanías de la ex‐capital del inframundo, Lucifaad, de donde yo tenía muy malos recuerdos. Mantenía mis brazos cruzados mientras liberaba grandes cantidades de instinto asesino para atraer la atención de un grupo en específico.

No tuve que esperar mucho ya que desde el cielo descendieron un séquito de figuras aladas, a las cuales yo esperaba. Forcé una sonrisa y saludé a mis anfitriones.

—¡Hey, hey, hey! El tiempo se pasa volando, ¿no creen? —dije con falso entusiasmo mientras agitaba mi mano, saludando a los seres alados que había en el suelo pastoso enfrente del árbol en el que yo estaba parado—. ¡Uy! Pero qué callados... y bien, ¿cómo han estado todos? Es bueno volver a saber de ustedes. Sirzech, Ajuka, Serafall, Falbium y la abuela Grayfia —dije el nombre de aquellos demonios a los que mis ojos veían.

—¿Bueno...? —dirigí una mayor parte de mi atención a Serafall, la cual había hablado. No me podía arriesgar a dejar de prestarles atención a ninguno de ellos, ya que se trataba de los diablos más poderosos del infierno. Un descuido podía llevarme a una muerte inmediata—, ¡¿Cómo te atreves a mostrar un semblante tan alegre después de todo el caos y derramamiento de sangre que causaste en Kioto?! —ella exclamó con ambos puños apretados. ¿Acaso ella dijo derramamiento de sangre? Sí, sí lo dijo. Sonriendo con una gran y burlesca ironía, le contesté.

—¿Derramamiento de sangre? Me resulta curioso, ¿sabes? No sé si lo sepas, pero ustedes, montón de ineptos demonios para el cargo de Reyes Demonio, están de pie sobre el césped que fue salpicado por la sangre de mi madre, ¿lo sabían? —pregunté con una mezcla de enojo y diversión. Los cinco demonios se quedaron en silencio por unos segundos que se sintieron como minutos. El silencio fue quebrantado por Sirzech, el cual dio un paso hacia enfrente con una mirada calmada pero a la vez que "imponía" poder. Me miró con ojos endurecidos por la determinación, algo patético, y habló como si fuera un sabio que hablaba con un ignorante.

—¿Qué es lo que haces aquí, Naruto? —preguntó con total calma. Me crucé de brazos y descarté con la mano la seriedad en la voz de Sirzech.

—Nada en especial, la verdad. Solo vine para hacerle una visita a mis amigos los demonios—respondí sin preocuparme por ofender al Rey Demonio principal. Esperaba que Sirzech continuara con la conversación, pero Ajuka se adelantó a él.

—¿Por qué pareces tan calmado? ¿No tendrás planeado atacarnos como lo hiciste con Sirzech durante el rating game de Diodora? —preguntó con cautela. Yo negué con la cabeza.

—No. Incluso lo intentara, no podría salir con vida de un combate contra los cinco demonios más poderosos del infierno. Y sobre el tema de mi enfrentamiento contra Sirzech, yo en lo personal no tenía interés de atacarlo; aunque aquella vez lo hice debido a que su presencia en el lugar representaba una amenaza para nuestros planes, así que, como estaba por ahí, me tuve que hacer cargo de él personalmente —dije con tranquilidad. No tenía la intención de hacer enfurecer a los demonios más poderosos ya que, incluso si Kurama me ayudase con su chakra, estaba casi seguro de que no saldría con vida de aquel enfrentamiento. Tal vez si me enfrentaba a dos de ellos podría ganar, pero un uno contra cinco era un total deseo de muerte. Falbium, el cual se había mantenido en silencio, limitándose al margen de la situación, habló.

—¿Entonces estás aquí porque la Khaos Brigade planea algo hacia el inframundo? —preguntó. Ante aquella posibilidad, todos ellos se prepararon para atacar. Yo, manteniendo la calma, respondí.

—Si fuera como tú lo sugieres, Falbium, ¿realmente crees que me presentaría ante ustedes, revelando mi presencia aquí? Sería algo irónico, ¿no lo crees, Falbium? —pregunté con sarcasmo. Él solo permaneció en silencio, sin saber que responder. Suspiré y crucé mis brazos a la altura de mi pecho—. Y sobre la Khaos Brigade... Lo resumiré en cinco sencillas palabras.

—Khaos Brigade ya no existe.

Silencio. Todo el claro quedó en silencio. Incluso el sonido de las hojas de árbol y el viento cesaron durante varios segundos.

—¿Eh? —esa fue la pregunta colectiva más inteligente que pudieron formular esos ineptos. Suspiré e iteré.

—Khaos Brigade ya no existe. Hubo un conflicto interno entre los mismos miembros de la organización de Ophis: al final se disolvió.

—¿Qué fue lo que sucedió? —la pregunta la formulo la abuela, lo cual me sorprendió ya que, naturalmente, ella es callada, fría y se mantiene al margen de la situación con un semblante inmutable la mayoría del tiempo. Así que era algo sorpresivo que ella tomas la iniciativa de hablar. Tosí en mi mano y respondí.

—Bueno, como ya deben saber la Khaos Brigade era un grupo que era integrado por otros grupos, ¿verdad? —pregunté, recibiendo asentimientos de cabeza por parte de todos—. Lo que ocurrió fue que Cao Cao se cansó de seguir las órdenes de Ophis, y él, junto con toda su facción, se reveló contra Ophis. Personalmente no sé el motivo detrás de su sedición violenta. La facción de los héroes atacó una reunión de la organización e inició una batalla campal que terminó muy mal para todos: muchos soldados murieron y las fuerzas militares fueron reducidas.

—Eso no responde el porqué estás en el inframundo —dijo Ajuka. Lo miré y no pude evitar suspirar. ¿Cuántas veces había suspirado desde que comenzó todo esto?

—Bueno, sobre eso... —Rasqué mi nuca—... Estoy aquí para vigilar a Ophis, aunque también estoy aquí por un par de asuntos un poco más personales.

Al parecer mi respuesta lo sorprendió. Entonces eso significa que Azazel no le informó a Sirzech de la visita de Ophis... supongo que Michael no fue la excepción.

—¿Vigilar a Ophis? ¿A qué te refieres? —exigió saber Serafall. Yo la miré y le sonreí burlonamente. Miré a Sirzech y lo señalé con un dedo.

—Ten mucho cuidado a partir de aquí, tarado. Algo muy malo le está por suceder a tu facción... —y después de decir eso activé mi Mangekyou y comenzó a ser absorbido por un remolino espacial que desdibujó el espacio y el tiempo. Escuché el estruendo que creó el suelo en el que había estado de pie Sirzech hace tan solo milésimas de segundo. Reapareció delante de mí con un puño a la atura de su cabeza, pero ya había sido tarde, ya que ingresé a mi dimensión Kamui.

Miré la dimensión de pilares por unos instantes antes de volver a utilizar Kamui para transportarme a otra parte del infierno. Bien, ahora... ¡Es la hora de que el inframundo verdaderamente arda en llamas

Naruto: Akuma no NekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora