Cap. 2 - La monja (5)

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Mirando oculta tras las cortinas de su casa, Magdalena observa cómo su vecina, Elisa, riega el jardín como todas las tardes. Pensando en lo inocente y buena que es la mujer, se acuerda de lo que más le gusta de ella: su marido.

La cincuentona camina hacia la cocina donde tiene el teléfono inalámbrico. Tomándolo, marca el número de Daniel, su amante, para hablar con él. En tanto espera que le responda, vuelve a acercarse tras las cortinas para seguir espiando a Elisa.

Daniel le contesta, notablemente agitado.

—¡Aló, perrito! –dice Magdalena, escuchando fuertes ruidos de locomoción al otro lado de la línea.

—¡Llámame después que estoy justo en la calle más ruidosa de Santiago! –responde desde el otro lado de la línea el abogado. —¡Mi amor... es que! –Magdalena no alcanza a agregar más palabra, porque el hombre corta la llamada rápidamente. Molesta porque no alcanzó a hablar con Daniel, pierde cuidado cuando ve que un taxi se detiene frente a la casa de Elisa, bajándose una monja.

—¿Y qué hace una monja aquí? –se pregunta Magdalena, apegándose más a la ventana para tener mayor visión.

Por más que intenta escuchar no logra saber de qué hablan las mujeres. Sólo puede ver que se abrazan. Elisa, un tanto preocupada, deja la manguera en el suelo y entra junto a la religiosa a su casa.

Magdalena no tiene más remedio que quedarse con la duda.

Aburrida, se sienta de pierna encima en su sillón, tomando una revista de moda femenina que Elisa le prestó el día anterior, prende el televisor con el control remoto, donde están dando una telenovela brasileña mal doblada que está pronto a finalizar. Concentrada en lo que lee, en la televisión interrumpen la transmisión de la teleserie para dar un extra de prensa. Magdalena deja a un lado la revista.

En la televisión dicen: "Aunque parezca increíble, esta mañana un operativo de la policía terminó en el interior de una capilla. Al parecer, se estaría buscando con urgencia a una religiosa que cometió un grave crimen de estafa y que se encontraría oculta dentro de un convento de monjas. Lamentablemente, la antisocial se encuentra prófuga de la justicia en estos momentos, pero la policía confía en revertir la situación en las próximas horas."

Magdalena no puede creer lo que escucha. Ve en las imágenes a religiosas preocupadas con lo que estaba pasando. Entrevistan a una que sólo pide justicia divina, mientras llora por lo mal que está el mundo.

—Por favor, este mundo está cada día peor. Las cosas que uno tiene que ver. ¡Una monja estafadora!

En eso se acuerda de la religiosa que llegó minutos atrás a la casa de su vecina. Piensa en la posibilidad de que se trate de la misma de la que hablan en las noticias.

—No, imposible. Con lo buena que es la vecina, jamás se metería con delincuentes como esos.

La cincuentona vuelve a su revista y a su telenovela. 

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora