Cap. 3 - As de trébol (6)

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Intentando mantener la calma, Elisa se pasea nerviosa por el living de su casa en compañía de Amalia, quien se mantiene quieta sentada en el sillón, vestida de monja.

—¿Puedes hacer un esfuerzo por calmarte? Vas a hacer un hoyo en el piso si continúas así –dice la colorina, un poco mareada con tanto movimiento de su amiga.

—Es que en cualquier momento Daniel saldrá de la casa de Magdalena y vendrá para acá. Tengo miedo que nuestro plan no funcione.

—Amiga, si tanto te complica que yo me quede en tu casa, puedo buscar otro lugar para dormir. De verdad que no tengo problema.

Elisa se detiene para pensar, sentándose al lado de Amalia.

—No, lo mejor es que te quedes conmigo. Así le podremos inventar algo a Daniel sobre mis salidas nocturnas. No sé,  podemos decir que te sientes enferma y que necesitas ir al hospital o que fuimos a rezar a la iglesia. Ahí vemos. Lo importante es que no sospeche de mi amistad con una monja como tú.

—¿Eso quiere decir que voy a tener que andar siempre vestida con hábitos dentro de la casa? –pregunta preocupada la colorina, sin que le agrade mucho la idea.

Elisa mira a Amalia con una sonrisa tierna, con la que pretende ganarse su aprobación.

—¿Harías eso por mí? De verdad que ya no doy más con esta doble vida. Ya veo que en cualquier momento mi marido me pilla. ¡Y es abogado! ¿Te das cuenta? O sea, arruinaría su carrera si en el medio se enteran que está casado con una ladrona profesional. No, no le puedo arruinar la vida de esa forma.

La colorina se pone en pie, complicada por lo que quiere decirle a Elisa.

—Sabes, no es por ser metida, pero necesito comentarte algo que no me pareció –introduce Amalia.

—¿Qué pasa, algún problema?

—No, bueno, sí. Depende de cómo lo veas tú. ¡Ay! Me cuesta enfrentar este tipo de cosas, pero por tu bien prefiero decírtelo no más. Ya. Es que en la mañana escuché cómo te trataba Daniel y no me pareció correcto.

—Sí, yo sé. Es que igual llegamos a las cinco de la mañana y él estaba preocupado. Creo que es entendible su conducta un tanto alterada.

—Ahí está el problema. Tú no puedes aguantarle todo a Daniel. O sea, sabes que en este momento está en la casa de tu vecina haciendo cosas que tú y yo sabemos muy bien pero que no quiero mencionar, más encima es violento contigo, controlador y arrogante. O sea, yo me pregunto, ¿qué hace una mujer independiente e inteligente como tú con un hombre así? No me calza.

Elisa se pone en pie sin saber bien qué responder. Esa es la pregunta que hace años se viene haciendo. Por mucho tiempo dijo que se mantendría con Daniel hasta que regresara Benjamín de la cárcel. Luego, cuando el regreso de las Ases era inminente, se auto convenció de que tener un matrimonio sería la tapadera perfecta para una ladrona profesional como ella, pero ahora ya no le quedan excusas por inventar. Se ha transformado en una mujer sumisa que nada tiene que ver con el As que también dice ser. Complicada, mira a Amalia, para abrazarla.

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora