Cap. 11 - Caminos separados (4)

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El auto de Lucas se encuentra estacionado al exterior de la mansión del italiano. Junto a Benjamín y Cecilia, observan que Álvaro se sube a una limusina, cargando una maleta y una caja de madera.

—¿Qué es todo esto? –pregunta Benjamín—. ¿Para dónde pensará ir a estas horas de la noche?

—Me parece que está arrancando.

—Y se lleva con él los diamantes –agrega Cecilia, sentada en la parte posterior del auto.

—¿Por qué lo dices? –pregunta el líder de las Ases. —¿Vieron esa caja de madera que echó en la limusina? —Sí.
—Ahí tiene los tres diamantes.

—¿Tres diamantes?

—Exacto. Yo le entregué dos y él tenía uno más –explica la rubia.

—¿Me puedes decir cómo se te pasó por la cabeza hacer tamaña estupidez?

—Estaba segura de que me dejaría volver con él si le demostraba que no tenía nada que ver contigo. Así de simple.

Benjamín observa a la rubia, molesto.

—Pero veo que eso no fue suficiente –agrega el líder—. ¡Ya, mejor bajémonos y enfrentémoslo!

—¡No! Tengo curiosidad por saber adónde se dirige –dice Lucas—. Lo vamos a seguir.

El portón de la mansión se comienza a abrir, al tiempo que la limusina sale del lugar. Lucas enciende el motor de su auto, dispuesto a seguir al italiano.

—Creo que sería bueno que apagaras las luces del auto para que no te vea –le dice Benjamín a su hijo.

El chico obedece, haciendo que el italiano se dé cuenta de la movida del auto que viene detrás suyo. Curioso comienza a mirar de quién se trata, reconociendo en la oscuridad, las siluetas de Lucas, Benjamín y de una mujer.

—¡Maldición! –dice para sí el hombre, tomando su teléfono celular para realizar una llamada.

Al marcar los números, espera que le respondan.

—¿Aló? –pregunta Carmen al otro lado de la línea, quien todavía se encuentra en el departamento de Benjamín junto a Tamara y el pequeño Tila.

 —¡Se puede saber por qué no has matado todavía a Contreras! —Estoy en eso, querido.

—¡No lo creo! –Grita furioso el italiano—. ¡En este mismo

instante está detrás de mi limusina y tengo toda la certeza que trama algo en mi contra!

—¡Qué! –Grita Carmen, poniéndose en pie y llamando la atención de Tamara—. ¿Para dónde te diriges?

—Voy al aeródromo que está en el kilómetro diez, camino a Valparaíso –responde el italiano—. ¡Tienes veinte minutos para llegar si no quieres que Benjamín muera sin enterarse que tú estabas detrás de él!

Álvaro corta la comunicación, guarda el teléfono celular en el bolsillo de su chaqueta rosada para luego dirigir su mirada a la caja de madera donde tiene los tres diamantes de Juana la Loca, con los cuales pretende hacer un inolvidable viaje a la selva amazónica.

En tanto, en el departamento de Benjamín, Tamara espera que Carmen le hable para decirle lo que ocurre. Algo logró escuchar de la conversación telefónica y queda intranquila.

—Yo me voy de aquí –dice Carmen, sin querer revelar mayor información a la chica que ya no es su aliada.

—¿Pasa algo con Benjamín?

—Nada que te importe –responde Carmen, seria, dispuesta a irse.

Tamara sabe que algo extraño pasa. Sabe que la vida de Benjamín corre peligro.

—Yo voy contigo.
—No, no es necesario.
—Señora Carmen, no le estoy preguntando –agrega segura de sí misma el As—. Yo la acompaño aunque usted no quiera. Carmen no sabe qué hacer para detener al As, podría sacar el arma que guarda y usarla en contra de Tamara, pero no está dispuesta a sacrificar a otra inocente por culpa de Benjamín. Con Alejandra ya fue suficiente.

—¿Y tu hijo, lo vas a dejar solo?
—Mi hijo estará bien. Espérame un poco, yo salgo al tiro –dice la morena, quien se dirige a la habitación de Benjamín, de dónde saca una pistola de la maleta en la que el hombre las mantiene guardadas. Se la mete tras el pantalón para que Carmen no la vea.

La chica sabe a lo que va y no piensa permitir que otra persona de su equipo termine muerta. 

"Ya puedo oler el fin de toda esta situación. Ya no hay tiempo para planear, sólo debemos actuar. Benjamín nos enseñó a improvisar y es eso mismo lo que pienso hacer esta noche. Esta noche defenderé con todo lo que esté a mi alcance la vida de mis amigos."

Tamara entra al living, observa por última vez a su hijo dormir sobre el sofá y luego sale del departamento. 

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora