Cap. 2 - La monja (9)

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9

En un pasillo del Hotel Arcadia, Álvaro con un trago en la mano, besa apasionadamente a Amalia.

—¿Qué te parece si en un rato más nos juntamos en una habitación? –pregunta el hombre, encantado con la mujer.

—A mí me encantaría –responde la chica, coqueta—. ¡Ay, cuidado con mis pétalos!

—No te preocupes, si en un rato más igual te tendrás que sacar el disfraz –responde el italiano, con su delicada voz.

Amalia se recuerda que esto es un trabajo y que debe actuar con profesionalismo, aunque la verdad, encuentra más atractivos a los viejitos con los que estuvo en el pasado que al italiano.

—¿Por qué no vamos ahora? –pregunta la mujer.
Álvaro se pone serio un instante.
—No puedo, tengo que un negocio que cerrar antes –dice Álvaro mientras le besa el cuello—. ¿Cómo dijiste que te llamabas?

—Irma Compostela –responde la chica.

El italiano para un instante de darle besos en el cuello a Amalia, confundido.

—¿No era Ingrid? –pregunta el hombre.

"Ups, parece que metí la pata."

Dándose cuenta de su error, Amalia saca de su bolsillo un spray con polvo de pimienta el que rocía en el rostro del hombre. Él comienza a gritar, tambaleándose en el lugar sin poder abrir los ojos, mientras grita rudas palabras a la mujer. Entonces, Amalia saca de su bolsillo la tarjeta de una habitación, con la cual abre la puerta de la pieza más cercana. Entrando, empuja a Álvaro hacia el interior, sin que él deje de quejarse y gritar cosas en contra de la flor.

Una vez en el interior, golpea en la cabeza al italiano con una lámpara, cayendo desmayado al suelo. Luego lo levanta y lo lanza sobre la cama, con mucha fuerza.

—Listo –dice la chica para sí misma—. Lo siento mucho, pero tú no cerrarás ningún negocio esta noche.

Tomando su teléfono móvil, llama a Elisa, quien tiene su celular ocupado. Luego se comunica con Benjamín, quien le contesta de inmediato. El hombre continúa junto a Elisa en el bar, quien habla con Daniel por teléfono, intentando darle explicaciones de por qué no está en la casa a esas horas de la noche.

—Está todo listo –le dice Amalia a Benjamín—. Álvaro desapareció de la fiesta.

—Muy bien, gracias –responde el hombre, quien se pone de pie, esperando que Elisa corte la comunicación con su marido.

—Daniel, mi amor, te dejo que va a comenzar la misa –miente la chica, cortando la llamada para poner atención a lo que quiere decirle Benjamín.

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora