Cap. 9 - Un hombre para la eternidad (7)

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7

En la oscuridad de la noche, un taxi negro se detiene a las afueras de la casa de Elisa. De su interior se baja Carmen, cubierta con un pañuelo en la cabeza y un largo abrigo que la protege de la lluvia que cae en la ciudad.

Una vez parada frente a la casa del As de Benjamín, saca de su bolsillo un papel con una dirección escrita en él. En tanto el taxi se va, ella verifica si se trata del lugar indicado.

—No, no es aquí –dice para sí la mujer, girando su cuerpo para ver al otro lado de la calle, justo a la casa de Magdalena—. Casa cinco mil novecientos.

Contenta y sin prestarle mayor atención a la lluvia, Carmen atraviesa la calle hasta llegar frente a la casa de la cincuentona. Toca el timbre, esperando a que alguien le abra.

A los segundos después, se percata que la luz del living se enciende. Luego siente que alguien se aproxima, hasta que la puerta se abre, quedando frente a frente con Magdalena.

—¡No lo puedo creer! –Grita la cincuentona que se ha hecho diversas cirugías—. ¡Carmen, amiga del alma!

Ambas se abrazan, pues hace mucho tiempo no se ven.

—¿Qué estás haciendo aquí? Yo pensé que ya te habías ido para el otro mundo.

—No, aquí estoy. Lista y dispuesta a vengarme del hombre que destruyó a los Alfiles.

Magdalena se pone nerviosa. Sintiendo el frio que hace en el exterior, invita a pasar a Carmen, cerrando la puerta.

—Pasa, pasa. Estás en tu casa –dice la mujer.

—Un millón de gracias. De verdad tenía muchas ganas de verte.

—Yo también –responde Magdalena—. Después de todo lo que pasó en el museo, preferí esconderme, con miedo a que me pillara la policía. Así que me di cuenta que tenía suficiente dinero ahorrado y decidí cambiar mi vida para siempre.

—Así veo. Estás linda.

—Gracias, hago lo que puedo –responde la vecina de Elisa, contenta con la visita—. ¿Y tú, cómo has estado?

—Llena de cosas pendientes. Necesito enterrar el pasado y vengarme de Benjamín por haber destruido mi vida.

—Amiga, por qué no dejas todo eso atrás y comienzas de cero, tal como lo hice yo.

—No puedo. Créeme que ese era mi deseo cada vez que  despertaba en estos últimos diez años, pero no soy capaz. Necesito ver a Benjamín bajo tierra.

—Me da pena escucharte hablar así.

—No, no sientas pena por mí –responde Carmen, quitándose la pañoleta de la cabeza—. Quiero hacerlo.

Magdalena se comienza a asustar.
—¿Qué piensas hacer?
—Voy a matarlo. Y después de eso volveré a desaparecer, esta vez, para siempre. Por eso te vine a ver, porque esta es mi despedida. Tú fuiste mí ser más querido en el tiempo de los Alfiles y nunca se me va a olvidar tu lealtad.

Las mujeres se abrazan.

—¡Ay, linda! Tú sabes que siempre fuiste mi mejor amiga –dice la copuchenta vecina de Elisa—. Oye Carmen, ¿y tú sabes dónde está Benjamín?

—No del todo. Álvaro está detrás de su huella, es cosa de días que lo encuentre.

En ese instante, un auto se estaciona en la calle. Magdalena se para a mirar detrás de las cortinas, viendo bajarse a un hombre de abrigo.

—Papacito más rico –dice la mujer—. Ven Carmen, ven a ver.

Carmen se acerca a mirar por la ventana, viendo a Elisa parada en la puerta de la casa del frente y a Benjamín entrando junto a una delgada mujer colorina al lugar.

—¡No puede ser! –Exclama Carmen, intentando asegurarse bien de quién se trata—. ¿Cómo se llama la mujer que vive en la casa del frente?

—¿Mi vecina? Elisa –responde Magdalena, acordándose de Daniel—. Es una buena mujer, aunque algo misteriosa.

—¿Tú sabes quién es esa mujer, realmente?
—¿A qué te refieres?
—El hombre que acaba de entrar a la casa de tu vecina es Benjamín. ¿Y sabes por qué viene a esa casa? –Pregunta la mujer, sin esperar respuesta—. Porque Elisa, tu vecina, es una de sus Ases. Una de las integrantes de su banda de ladrones ¿Me entiendes, Margarita?

El antiguo alfil de Carmen no puede creer que todo este tiempo estuvo viviendo frente a una mujer que tiene el mismo oficio que ella. ¿Un As? No puede ser. ¡La pajarona de su vecina no es quién dice ser! 

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora