Cap. 10 - Con fe (6)

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6

Sentada viendo televisión, Tamara comparte un momento con el Tila, quien está muy contento por estar nuevamente con su madre.

—Me encanta que ahora te pueda tratar de mamá sin que te sientas ofendida –dice el muchacho, tiernamente.

—A mí también me gusta –responde Tamara, abrazándolo por la espalda, sin incomodarle demostrar el amor que siente por su hijo. Porque aunque no sea de su misma sangre, sabe que nadie se lo podrá quitar. Es suyo porque lo crió y porque el lazo que tiene con él es más fuerte que cualquier otra cosa.

—¿Y te puedo decir que te quiero?
—No hay problema –responde la mujer—. Pero no muy seguido que me lo voy a empezar a creer.

Los dos sonríen para luego abrazarse. Cuando están en eso, Benjamín aparece desde otra habitación con su abrigo puesto. Al ver la escena siente una fuerte satisfacción en su interior.

—Y aquí viene don Pascuero –dice el Tila, recordando cuando Tamara le decía que él era hijo de papá Noel—. Ojalá que me traiga muchos regalos para la navidad –agrega interesadamente, causando risa en Tamara.

—Eso está por verse –responde Benjamín—. Primero te tiene que ir bien en el colegio.

—¿Has ido a clases estas semanas que estuve hospitalizada? –le pregunta Tamara al niño.

El pequeño se mantiene en silencio, buscando alguna forma de ahorrarse el castigo.

—Quien nada hace, nada teme –responde el Tila entre risas, mal utilizando el dicho.

—¡Quien nada hace es un flojo querrás decir! –agrega Tamara, molesta con el muchacho por aprovecharse del tiempo en que ella estuvo hospitalizada.

Benjamín ríe al escuchar las respuestas de su pequeño hijo. Dispuesto a salir camina hacia la puerta.

—Yo me voy a juntar con Lucas para solucionar un problema. Ustedes quédense aquí que voy y vuelvo.

—¡Cuídate! –le dice Tamara.

El líder de las Ases sale del departamento, baja por el ascensor y llega a la entrada del edificio, donde lo espera Lucas arriba de su auto. Se sube.

—¿Estás seguro de que puedes hacer esto? –pregunta Lucas a su padre, dudoso.

—Es la única forma que tenemos de recuperar los diamantes –responde Benjamín, serio—. Además, Cecilia ya nos demostró quién es realmente y no estoy dispuesto a caer en su juego nuevamente. Tranquilo, que esta vez no cometeré errores.

Lucas acelera el auto mientras comienza a oscurecerse en la ciudad de Santiago.

Muchas cosas pasarán en las próximas horas. Las que serán conocidas como las horas negras en la historia de las Ases. Todos irán por los diamantes, por venganza y por ambición sin saber que las consecuencias para conseguirlo serán desastrosas. 

Parada frente a la cama de Teresa, Amalia está dispuesta a reparar sus errores del pasado. Tendida en su cama, Teresa piensa en las palabras que salen de la boca de la mujer que tiempo atrás arruinó su familia.

—Te prometo que conseguiré el dinero que necesitas para hacerte los tratamientos necesarios –le dice la colorina—. Yo me haré responsable por ti.

"Ahora debo ser una mujer distinta. Dios mío, ayúdame a cambiar."

—¿Cuánto tiempo tendré que esperar?

—Dame un par de días –responde la chica, confiando en que Lucas la ayudará a salir de ese problema. Sin saber que Teresa tiene otros planes para ella, en este preciso momento.

Al mismo tiempo, Cecilia entra al hostal en el que se está alojando, siendo observada por Lucas y Benjamín, quien con su mano metida en el bolsillo de su chaqueta toca una pistola, seguro de lo que piensa hacer.

En otro lugar de la capital, Elisa duerme plácidamente en su habitación soñando con su difunto marido, en tanto Magdalena se inmiscuye sigilosamente al patio de su vecina, dispuesta a salir de una duda que le ha rondado hace días, desde que se enteró de la doble vida que lleva la santurrona de su vecina. ¿Elisa asesinó a Daniel? Con una pala en la mano está dispuesta a cavar cuanto hoyo sea necesario con tal de encontrar el cuerpo de su amante, que de seguro está enterrado en el patio trasero de la casa.

En el departamento de Benjamín, Tamara continúa viendo televisión junto al Tila, quien se acaba de quedar dormido. El timbre suena y la morena se levanta a abrir, encontrándose cara a cara con Carmen.

—¡Tamara! –exclama la mujer al verla en el lugar.

—¿Qué está haciendo usted aquí? –pregunta la mujer, extrañada ante la presencia de la doña.

—Llegó el momento de sacar el polvo de las armas, mi linda –responde Carmen—. ¿Dónde está Benjamín?

—El salió, pero...

—Muy bien, entonces lo voy a esperar –responde la mujer, entrando al departamento del que fue su marido, el supuesto culpable del fin de los Alfiles.

Tamara cierra la puerta, sin saber que la mujer que por mucho tiempo tuvo de aliada tiene un arma en su bolsillo, con el que pretende acabar para siempre con la vida de Benjamín, el hombre que le destruyó la vida.

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora