Cap. 8 - Larga vida a Carmen San Marcos (5)

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2004

"Cuatro días antes de hacer el gran golpe al banco. Cuando todo estaba estudiado y más que analizado para que la operación saliese perfecta, Alejandra dio a luz un varón. Sólo estaba ella y yo. Así que nadie nunca se enteró que ella fue madre. Lo disimulamos muy bien.

¡Oh, Dios mío, en qué estaba pensando! Realmente nos habíamos hecho amigas. Ya no me sentía capaz de ejecutar mi plan. Si me acerqué a ella fue para asesinarla. Sabía que Benjamín la amaba y quería que él perdiera toda oportunidad de ser feliz. Pero cuando me enteré que estaba embarazada, no pude hacer nada. Esperé a que tuviera su hijo, con la idea de matarla una vez que no corriera riesgo la vida de un inocente que no tendría oportunidad de defenderse, pero aún así, no me sentía capaz. La quería de verdad. Después de mucho tiempo, volvía a tener una amiga y no subordinados. Pero el tiempo pasó. El italiano hizo su parte del plan y yo debía hacer lo mío."

Al interior de un gran furgón plomo, Benjamín se encuentra al volante. A su lado, Álvaro viste ropa negra, listo para llevar a cabo su plan. En la parte trasera, Elisa, Cecilia, Tamara y Alejandra, se concentran en lo que por meses prepararon. Todas, usando pasamontañas a petición de Benjamín, quien no quiere que Álvaro les vea el rostro.

—No era necesario que protegieras tanto a tus Ases –dice el italiano—. No pienso hacerles daño.

—Juan Segura vivió muchos años.
El enorme celular de Benjamín suena, por lo que él contesta. —¿Aló? –pregunta el hombre.
—Papá, soy Lucas –responde el muchacho—. ¿A qué hora vas a llegar?

—Hijo, estoy un poco ocupado ahora. No me esperes despierto. —Ya, bueno. Cuídate.
—Hijo, te amo.
—Yo también papá.
Benjamín corta la llamada, dándose cuenta que Álvaro lo mira a su lado. —¿Lucas? —Sí. 

—Tiene que estar grande.
—Enorme.
—Yo ya ni recuerdo de su cara. Estoy seguro que si lo viera ahora, no lo reconocería.

—No te preocupes, no va haber tiempo para que se encuentren –termina de decir serio Benjamín, sin saber que diez años más tarde, Lucas terminaría trabajando para Álvaro como su asistente personal.

Minutos más tarde, Benjamín está listo para dar inicio a su plan.

—Ya chicas, todas saben lo que tienen que hacer.

—Tranquilo, confía en tus Ases –le dice Cecilia—. Todo saldrá bien.

—Y si alguien nos pilla, yo me encargo de eso. Es cosa de que les dé una certera patada para que todo se solucione –agrega Tamara, ruda como siempre, pero con diez años menos.

Las Ases se bajan de la camioneta, quedando atrás Alejandra, quien se acerca a Benjamín para darle un beso en la mejilla.

—Prométeme que después de esto le diremos a las chicas que estamos juntos.

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora