Cap. 6 - La estrella de las cuatro puntas (3)

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Tamara siente que alguien golpea la puerta de su departamento. Entre medio de sus sueños, comienza a despertar, dándose cuenta de lo temprano que es. Todavía ni siquiera termina de amanecer. Molesta por la interrupción, se levanta y va a abrir, encontrándose con Elisa y Amalia vestidas en pijama frente a su puerta.

—Hola, disculpa por despertarte –dice Elisa—. Pero tuvimos una emergencia.

—¡Pasen, no se queden ahí! –responde Tamara, haciendo que  sus compañeras entren al departamento.

Una vez que cierra la puerta, las tres se miran.
—Se puede saber por qué están en pijama –pregunta la morena—. Hace un frío terrible.

—Daniel supo todo –dice Amalia, sin dejar de abrazar a Elisa. —Se terminó mi mentira –agrega Elisa—. Ya no tengo mi coartada perfecta.

Tamara en un momento de sensibilidad se acerca a Elisa y la abraza fuertemente, quedándose en silencio. Elisa ya no llora.

"Esta es mi familia, estas son las personas que estarán siempre conmigo. No necesito un marido, no necesito una casita feliz, las Ases son mi refugio."

—Sabes que siempre podrás contar conmigo –le dice Tamara—. Yo no seré tan sensible como tú o como la monja, pero a mi modo te quiero mucho.

—Yo sé Tamara, por eso estoy aquí –responde Elisa, abrazando a su amiga.

—Qué precioso momento que Dios nos ha dado –agrega Amalia, comenzando a llorar emocionada, para luego abrazar a sus compañeras.

Mientras tanto, en la casa de Magdalena, ella y Daniel están sentados en el sillón, abrazados.

—Todo se terminó. Hoy día mismo voy a dejar todo y nos iremos juntos al sur.

Magdalena no entiende el cambio de actitud de su amante. Ya se había hecho la idea de que siempre sería la otra.

—Pero Daniel, cómo piensas hacer eso. Y qué pasará con Elisa.

—Elisa da lo mismo, ella se fue de la casa. Nuestro matrimonio ya se terminó y ahora yo quiero comenzar una nueva vida contigo, lejos de este lugar.

—¿Y tu trabajo, tu casa?

—Ya me conseguiré otro lugar donde trabajar y vivir. Entiende, yo quiero ser feliz contigo. Por favor, no me rechaces, vámonos juntos.

Magdalena no sabe qué responder, está muy sorprendida. —Pero...
—Por qué no me das una respuesta. ¿Acaso no me amas? —No es eso, es que todo esto es tan repentino, tan irreal. Me cuesta creer que esté pasando.

—Magdalena, te estoy diciendo que te amo y que quiero irme contigo lejos de aquí –dice el hombre, besándola en la boca.

La vecina de Elisa comienza a reír, emocionada y contenta por lo que está viviendo. Definitivamente, la desgracia de algunos es la suerte de otros.

—Ya, claro que sí. Claro que me quiero ir contigo.
Daniel abraza a su amante, contento.
—Bien, arregla tus cosas porque mañana temprano nos iremos a Osorno. Ya hablé con un amigo que nos recibirá en su casa mientras encontramos un lugar donde vivir.

Ambos se miran, emocionados por comenzar una nueva vida juntos. Magdalena ni un segundo se pregunta qué ocurrió para que su amante tomara la decisión de estar con ella. Daniel no deja de pensar en Elisa. 

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora