Cap. 8 - Larga vida a Carmen San Marcos (3)

1 0 0
                                    


3

1996

"Por dos años no supe nada de Benjamín. Crié a mi hijo sola, sin una imagen paterna que realmente él no necesitaba, pues tenía todo mi amor y el amor de los Alfiles. Aunque Álvaro, el más cercano de los tres, nunca le prestó mayor atención a Lucas. Siempre pensé que él odiaba a mi hijo. Es fuerte que lo diga, pero creo que Álvaro es el único ser en la tierra capaz de odiar a un niño.

Un día, sin previo aviso, él volvió a aparecer, como si nada hubiese pasado."

Carmen está en la cocina preparándose un café mientras Lucas lee un libro de la historia del arte que encontró en la biblioteca de su madre, sentado de piernas cruzadas en el sillón del living. Entonces, el timbre del departamento suena.

El niño va a abrir, encontrándose cara a cara con su padre al que no ha visto en dos años. No le cuesta nada darse cuenta quién es el hombre que tiene en frente. Lucas se lanza sobre el pecho de Benjamín para abrazarlo, emocionado.

—¡Papá! –Grita el pequeño, contento con ver de nuevo a ese hombre, que él ha admirado en sueños—. ¡Volviste! Te extrañé tanto.

—Yo también, mi chico –responde el hombre, quien ve aparecer desde la cocina a Carmen, sorprendida por la aparición de su antigua pareja.

La mujer se acerca a la puerta, dudosa por la visita de ese hombre.

—Hola –dice tímido Benjamín.
—¿Qué quieres?
—Necesitamos conversar –responde el hombre, sin soltar a  Lucas.

—Entonces pasa. No te quedes parado en la puerta como imbécil.

Benjamín entra al departamento en el que compartió tantos momentos con Carmen.

La mujer cierra la puerta.
—¿A qué se debe tu visita?
El hombre mira fijamente a su antigua pareja, quien no pierde las esperanzas de que le diga que está arrepentido por haberla dejado. A cambio de eso, él contesta.

—Te tengo un negocio.

"Por un momento creí que me diría que quería volver conmigo. Ilusa. Venía a contarme que en un viaje conoció a un multimillonario que quería la espada de Arturo Prat para regalársela a su hijo, fanático de la historia de Chile. Le creí. Es que me hablaba tan seguro de lo que decía que me compré cada palabra que salía de su boca. Le dije al resto de los Alfiles cuál era el plan. No era tan difícil, así que no se hicieron de rogar mucho. Pero la noche en que entramos al museo para sacar la espada, todo salió mal."

Diego y Álvaro están frente a la espada de Arturo Prat, que se encuentra detrás de una vitrina. Margarita ya ha cortado el sistema de alarmas y cámaras de seguridad así que solo basta sacar el objeto y salir de ahí. Entonces, Benjamín aparece en el lugar.

—Bravo, aquí está el par de ladrones, listos para seguirle el juego a la reina –dice el hombre, aplaudiendo en la oscuridad.

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora