Cap. 9 - Un hombre para la eternidad (1)

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"La muerte de Tamara y Tila hubiese sido la guinda de la torta. Gracias a Dios el mocoso, mi hermano, se percató de las intenciones de Cecilia en colocar la bomba y le advirtió a Tamara para salir del lugar.

Pero no voy a negar que fue terrible cuando vimos explotar ese galpón pensando que ellos estaban en el interior. ¡Por qué Cecilia está haciendo todo esto! No me puedo dejar de torturar por las actitudes de esa mujer. Es que se ha transformado en la gran villana de toda esta historia y yo, por más que decido no hacerlo, sigo como imbécil pensando en ella."

Con un par de quemaduras en su rostro, las cuales son perfectamente curables, Tamara se encuentra tendida sobre una cama de hospital donde se encuentra internada, sólo porque Elisa y el resto de la banda cree prudente que ella se cuide. Aunque la verdadera intención de Elisa es que la morena tenga tiempo para descansar, luego de la gran revelación que tuvo que hacer.

Ya ha pasado una semana desde los explosivos acontecimientos y las cosas se notan más calmadas. Junto a ella, Lucas se pasea por la habitación hablando por celular.

—¿En qué lugar? –Pregunta al chico a alguien que le habla desde el otro lado de la línea—. Perfecto, te pasaste compadre. Te estaré eternamente agradecido.

Lucas corta la llamada y vuelve a poner su atención en Tamara, quien lo mira desde la cama, aburrida de estar postrada por tanto tiempo.

—¿Con quién hablabas? –pregunta la morena—. Esperando oír una historia sabrosa que la entretenga.

—Con Felipe, un amigo.

—A mí no me engañas –responde la mujer—. Sé que algo estás tramando.

El chico guarda silencio, mirando hacia los pies de la cama de la enferma, haciéndose el desentendido. No le funciona. No se necesita el sexto sentido de Elisa para saber que algo trama.

—Tranquila, no pasa nada. Tú encárgate de cuidarte, mira que tu hijo está bastante preocupado. Además, tenemos cosas que hacer con las Ases. Te necesitamos.

—¿Eso significa que volvemos a la acción?

—No nos vamos a detener ahora –dice Lucas, moviendo la cabeza con seriedad—. Creo que ya estamos demasiado involucrados en todo esto como para menguar nuestros viejos deseos. Si nos dejamos estar, exponemos nuestras vidas a un gran peligro, ya sea por parte del italiano o de Cecilia.

—Por qué todo debe ser tan complicado –responde Tamara, pensando en otra cosa que tiene en la cabeza—. Por ahora, más que estar preocupada de diamantes, quiero encontrar a Cecilia para hacerla pagar por secuestrar al Tila Y te digo que no tendré piedad. La moleré a palos hasta verla muerta.

Lucas se pone nervioso al escuchar hablar así al As de su padre. Así que se acerca a la chica y le da un beso en la mejilla.

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora