Cap. 5 - Un secreto bien guardado (6)

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6

Elisa entra a toda velocidad al aeropuerto, usando una peluca rubia y un pañuelo en el cuello. Se acerca a Lucas, quien la espera hace rato, mirando su reloj a cada instante.

—¿Por qué te atrasaste? –pregunta el joven, nervioso. —Amalia tuvo problemas, no pudo venir –responde la mujer. —¡Cómo que no pudo venir! –Exclama Lucas—. ¡Entonces quién hará su parte del trabajo!

—Vamos a tener que confiar en Tamara.
—¡Tú sabes lo peligroso que es que todo salga mal! Y, para qué andamos con cosas, Tamara no tiene la coquetería que tiene Amalia. ¿Qué le pasa a Amalia, por qué no está acá?

—Lucas, no te puedo decir ahora pero créeme que Amalia tuvo sus razones. Por más que ella hubiese querido, no podía venir. Así que Tamara es nuestra única opción. 

Lucas se cubre el rostro con ambas manos intentando calmarse. No quiere ni imaginar que todo vuelva a salir mal. Pero a la vez, se preocupa por el bienestar de Amalia.

—¿Ella está bien?

—Esperemos que sí –responde Elisa, sin estar segura de que su amiga se encuentre en buenas condiciones.

—¿Pero está bien o no?

—¡Cálmate hombre! En este momento no hay nada que podamos hacer por ella. Preocupémonos de conseguir el diamante por ahora.

—Entonces ruega para que todo esto salga decentemente y que a Tamara no le den ganas de agarrar a combos a Catalán antes de tiempo.

Por otro lado, en la entrada del aeropuerto, Cecilia se encuentra parada con un cartel que tiene escrito el nombre "Roberto Catalán". Arriba de un auto negro, Benjamín junto a Tamara observan a la chica.

—Al parecer, Cecilia sigue interesada en los diamantes –dice el líder de las Ases, sin despegar su vista de la rubia.

—Esa mina me debe una por el golpe que me dio la otra vez, espérate no más, que yo me encargaré de sacarla del camino – dice con ira la morena.

"Nunca en mi vida me llevé bien con esa mujer. Siempre quiso destacarse por sobre nosotras. Ella se encargó de hacerle creer a Benjamín que era el As más leal pero yo sabía que apenas tuviera la oportunidad de hacerlo, le daría la espalda. Algún día le daré una golpiza que no olvidará. Por ser una traidora."

Tamara se dispone a bajar del auto.
—¡No, espérate, yo iré donde ella!
—Pero tú no sabes pelear, Benjamín. Cómo pretendes detenerla.

—Tranquila, cualquier cosa que pase, te acercas –termina de decir el hombre, para bajarse del auto y caminar hacia la muchacha quien no se percata de la presencia de su antiguo aliado hasta que lo tiene al lado.

—Buenos días, Cecilia –saluda el hombre, llamando la atención de la mujer.

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora