Cap. 10 - Con fe (3)

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3

Vistiendo un traje azul marino, combinado con una camisa rosada y pañuelo de seda celeste al cuello, Álvaro Capote piensa seriamente en sus próximos pasos a seguir. A su lado, una mujer morena, alta y esmirriada, vestida de enfermera, le inyecta una serie de vacunas al italiano mientras él observa la caja de madera en la que piensa poner los cuatro diamantes una vez que los tenga.

—¿Cuántas inyecciones faltan? –pregunta el hombre.

—Dos más caballero y terminamos –responde la muchacha, quien hace su trabajo silenciosamente.

Entonces, cuando él menos lo espera, aparece en el lugar Carmen en compañía de Magdalena quien no deja de mirar el lujoso lugar en el que vive su antiguo compañero de labores.

—¡Qué están haciendo aquí! –exclama el italiano al verlas.

—¡Guachito, no puedo creer lo bien que te ha ido! –responde Magdalena, quien antes tuvo otro nombre.

—¡Margarita! –grita Álvaro, parándose, en tanto se presiona el último pinchazo con un algodón—. ¿Qué se supone que haces aquí?

La enfermera se retira del lugar, al ver que el hombre está ocupado con las visitas recién llegadas.

—¡Ay, qué pesado! Si no te vine a ver a ti –responde la mujer—. Solo estoy acompañando a Carmen en sus trámites.

Álvaro mira a la colorina de quien estuvo enamorado por largos años.

—¿Encontraste a Benjamín? –pregunta la líder de los Alfiles.

—Sí y también sé la identidad de sus Ases. Es más, les mandé una pequeña sorpresa para que sepan de qué soy capaz –responde el italiano, refiriéndose al asesinato de Daniel.

—Que bien, porque nosotras también sabemos dónde está. —¿Y qué piensas hacer?
—Lo encararé para que me pida perdón y luego de eso, lo mataré –responde sin piedad la colorina.

Álvaro Capote ríe, a la vez que observa la caja de los diamantes. —Es que tú no vas a hacer eso hasta que yo tenga de regreso algo que me interesa –dice el millonario—. Diamantes. Así que deberás esperar hasta esta noche.

—¿Diamantes? ¿De eso se trata todo esto?

—No son diamantes ordinarios, querida. En realidad, todavía no te he dicho nada acerca de ellos –agrega el hombre—. Esta noche, entraré al departamento de Benjamín acompañado con mis hombres y no me iré de ahí hasta que los tenga en mi poder.

—¿Y qué te hace pensar que te los pasará?
—Porque si no lo hace, la vida de sus queridas Ases estarán en juego. No creo que él quiera verlas muertas. No después de lo ocurrido con Alejandra.

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora