Cap. 4 - Una verdad incómoda (6)

1 0 0
                                    


6

"Me hubiese encantado estar presente en ese lugar para ver como Cecilia caía estrepitosamente en la total desesperación. Qué mejor castigo para la traidora".

Una hora después de que llegara a la Iglesia, Cecilia ve a los últimos invitados salir del lugar, sintiendo real lástima por esa muchacha que, al parecer, no entrará a la alta sociedad este día. Tirada en el suelo, llorando desgarradoramente, sin importarle que los demás la escuchen, Cecilia trata de encontrar alguna explicación para que Álvaro no llegara a su boda.

—¡Maldito Lucas! –Grita fuerte la chica—. Estoy segura de que tú tuviste algo que ver. ¡Púdrete en el infierno! –insiste la chica, siendo detenida por el cura, quien se acerca a ella.

—Hija, por favor, no maldigas en la iglesia.

—¡Córrase de aquí, viejo inútil! –le dice la mujer, empujando a un lado al canoso cura.

Sin poder más de impotencia, la chica toma su ramo de novia y lo comienza a golpear en el suelo, para luego patearlo y dejarlo completamente destruido.

Cuando ya no tiene más lágrimas para llorar, ve que Álvaro Capote entra a la Iglesia. Sin poder creerlo, la mujer corre rápidamente hasta sus brazos, ilusionada. No está todo perdido.

—¡Álvaro, mi amor! –Dice la mujer en tanto avanza por el pasillo de la iglesia—. Yo sabía que no me dejarías plantada. ¡Llegaste por mí!

Una vez que está frente a él y se dispone a abrazarlo, se da cuenta que el millonario impide con todas sus fuerzas que ella lo toque.

—¡Mi amor, por qué me tratas así! –dice la rubia, sin entender lo que le ocurre—. Vamos, todavía está el cura. Casémonos de una buena vez y seamos felices.

Álvaro se mantiene serio frente a la novia.

—¿Por qué no me dijiste que tú eras una de las Ases de Benjamín Contreras? –pregunta, tratando de contener la ira.

El rostro de Cecilia se desfigura ante tal verdad.
—Mi amor, por qué me preguntas esto. De...
—¡Respóndeme si no quieres que te estrangule en este mismo lugar!

La rubia no sabe qué responder.
—Por... porque no creí que fuese necesario –atina a decir la chica, desconcertada y sin encontrar las palabras precisas para hablar—. Pero eso fue parte de mi pasado, ahora yo te amo...

El italiano cierra los ojos. Si ella no negó su relación con Benjamín significa que todo lo que dijo su peor enemigo es verdad.

—Todo este tiempo estuviste jugando conmigo para llenarte los bolsillos de dinero –analiza el hombre—. Por eso estabas tan interesada en los diamantes, porque me los querías robar. ¡Por eso fuiste hasta la habitación de ese hotel a robar el diamante!

Ases y los cuatro diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora