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—Chicos, sé por qué está aquí— dijo Ramsey—

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—Chicos, sé por qué está aquí— dijo Ramsey—. La policía dice que robó una papa caliente nuclear.

—Se acabó, Toretto, sal del auto ahora, ¿así quieres jugar? Juguemos.

—No lo hagas, cariño— murmuró apretando los puños, Deckard sujetó el más próximo y ella se asustó.

—¡Lo va a intentar! — adelantó la alineación.

—¿Qué haces?

—¡Es una trampa!

—Me encargaré de ti en la base— espetó Kelly en un tono que ninguno había escuchado antes. Dom se escapó por la puerta que abrieron, Deckard pisó el acelerador, al igual que el resto del equipo para tratar de darle alcance a Toretto.

—¡Ahora sé lo que sienten los policías que nos persiguen!

—Voy a acercarme para descontrolarlo.

—¡Ja! Debiste quedarte en la Juguetería.

—Cuidado, trabajo en equipo.

—Acelera, carajo.

—Yo no fui quien lo dejó escapar.

—Pues parece que no lo quieres alcanzar.

—Lo enganché, ¿feliz?

—Gracias— exclamó al ver que todos lo acorralaron.

—Atrapado, no lo suelten.

—Sujétate.

—Písale— movió la palanca y apretó las manos a su alrededor. Shaw yacía concentrado en el volante.

—Debe tener como dos mil caballos de potencia en esa cosa.

—Más bien tres mil.

—Más bien cinco.

—Estás muy calmado.

—Alguien debe ser racional si la otra persona en el auto se estresó.

—Touché— entrecerró los ojos sabiendo que perdió la discusión.

—Perdimos a Roman.

—Y tú te querías subir ahí.

—Y a Hobbs.

—Sujétate bien— puso su brazo frente a la rubia antes del impacto.

—¡El maletín!

Kelly fue la primera en bajar del coche y correr, Dom la sujetó del tobillo para hacerla caer, así que pateó a su primo en la barbilla para destantearlo. No lo suficiente, la tomó del cuello y la empujó contra el asfalto. Deckard brincó el auto, iba a ayudar a la rubia, pero ella lo instó a perseguir a Toretto. Se paró con esfuerzo, aun tosiendo, los alcanzó y se puso frente a Shaw cuando su primo alzó el arma.

—¿Creyeron que era una pelea callejera?

—No lo hagas— suplicó.

—¿Qué esperas, Toretto? — empujó a Kelly a la par que su interlocutor disparaba, dos balas directas. Kelly se cubrió el rostro, lo vio caer y se pasmó un momento, al oír las sirenas, se quitó la chamarra y corrió, se desprendió la falda y siguió carrera en la licra. Topó con Hobbs y este la cargó al verla en shock. La rubia quería volver y el ex militar la jaló lo suficiente para hacerla ceder.

—Luke, por favor— jamás lo llamaba por su nombre de pila.

—Ya es tarde y la policía ya viene.

—Oh, Dom— suspiró cuando se dejó hacer.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora