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Tardó un par de semanas en mover su brazo izquierdo sin presentar queja alguna, así que permaneció en casa de Juliana todo este tiempo

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Tardó un par de semanas en mover su brazo izquierdo sin presentar queja alguna, así que permaneció en casa de Juliana todo este tiempo. Luego de curar a Dom, se fue, él no esperó siquiera a que bajara el dolor, a él lo buscaban por múltiples delitos, así que debía salir del país cuanto antes. Kelly sufría al saber que no podía volver a la tumba de su hermano, pero en su mente, Mía lo iría a visitar en alguna oportunidad que se le presentara.

Al par de meses, recibió la llamada de que le había conseguido boletos de avión, Juliana apenas y empacó para el viaje. La rubia no llevaba nada, solo el celular desechable que le dio Dom. Hicieron escala en la Ciudad de México, pasaron a la mítica Tepito y abordaron el avión hasta allá. El hermano de Juliana, Sam, las recibió. Pasaron ahí la noche antes de que Kelly se comunicara con su primo, a partir de su salida, ya no podía llamar de vuelta a Mía.

Pasaron un par de semanas y el transbordador no llegó. Kelly no se preocupó, eran cosas que pasaban, más si se trataba de llevarla a salvo, no se arriesgaría a perderla. Ya se había cumplido casi un año y no tenía noticias del enlace, con resignación, Kelly emprendió el viaje sola. Juliana voló de vuelta, con los números de contacto, solo para extrema emergencia, ya que no podían arriesgar a que los contactaran o Mía podría ir a prisión.

Subió a un vuelo comercial, no tuvo problema alguno con el abordaje, nadie sabía que era la prima de Toretto y no tenía delitos con los cuales detenerla. Se le hizo corto el viaje, cuando se dio cuenta, ya anunciaban la bajada. Pronto bajó y entornó la vista, el sol aún le calaba en los ojos, giró a todos lados en busca de alguien conocido, con la esperanza de verlo ahí, de nuevo. Comenzó a caminar porque estorbaba la pasada, se asustó cuando alguien le tomó la mano y comenzó a guiarla, no atacó al momento.

—Tranquila, Toretto.

—¿Él te mandó?

—Han, mucho gusto.

—Kelly.

—Lo sé, él me mandó a buscarte.

—¿Estaba solo?

—Letty iba con él.

—¿Nada más?

—¿Debería haber alguien más?

—No, olvídalo, te sigo— intentó mantenerse serena. Han la recorrió con la mirada y apresuró el paso para sacar a la rubia de las calles. Kelly mantuvo el rostro duro hasta que se encontró con su primo y este no supo darle respuesta, entonces sí se permitió llorar.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora