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El lugar estaba frío, apenas y la tapaba una manta, que no servía de mucho tomando en cuenta que usaba un bata blanca que no la cubría más que lo necesario

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El lugar estaba frío, apenas y la tapaba una manta, que no servía de mucho tomando en cuenta que usaba un bata blanca que no la cubría más que lo necesario. Yacía entubada, ya le habían quitado el inhalador, le permitían las visitas y la pasaron a una habitación. Los cuidados intensivos disminuyeron, aunque seguía en observación. Se removió en su lugar y sintió una mano apretar su muñeca, abrió los ojos de golpe y escuchó los sonidos habituales de las máquinas.

—Hey.

—Estás aquí.

—¿A dónde tendría que ir?

—¿A vestirte? Así no te puedes presentar.

—Es más importante estar aquí.

—Nada puede ensombrecer este día.

—Puedo esperar el tiempo que sea necesario.

—Veo que ya despertó.

—Hola, doctor Morrison.

—Te espero en el auto— le besó la frente.

—Te daré el alta porque tu esposo hizo hincapié en que tendrías los mejores cuidados en casa, pero aún debes descansar, reposo absoluto. Ya le di las recetas para tu medicamento y en seis meses vienes para el chequeo.

—¿Doctor?

—¿Sí?

—¿He quedado imposibilitada?

—No, para eso es el chequeo, a ver si los medicamentos surten efecto.

—¿No me está dando falsas esperanzas, verdad?

—Mi profesión no se trata de eso.

—Gracias.

—Seguiremos en contacto.

Kelly se levantó luego de que la enfermera le llevara una maleta con su ropa, luego de que le retirara toda la maquinaria que la envolvía. Sonrió a modo de agradecimiento y se vistió: su ropa interior, la licra que siempre llevaba debajo de la ropa por si debía cambiarse de emergencia, un vestido sencillo como ella sin perder su toque elegante. Bajó por el elevador hasta el estacionamiento y Hobbs le abrió la puerta del coche, nada que ver con los que acostumbraba a usar con su esposo. Se dio los últimos retoques de maquillaje cuando llegaron al registro civil. Rio al ver ahí a su esposo y a su cuñada, los saludó con la mano, pero de inmediato se borró su sonrisa al ver que su suegra y su cuñado llegaban.

—Kelly.

—Estoy bien— su voz la delató.

—Nos vamos.

—¡No! Es tu día especial, no se los puedo estropear.

—¿Qué esperan? — Owen se aproximó y la rubia derramó lágrimas inconscientes, él se dio cuenta de quién era.

—Kendra...— abrió la puerta del coche para ayudarla a bajar.

—Me llamo Kelly, Kendra Strong solo es uno de mis alias.

—Los giros que da la vida...

—Lo siento, no me puedo quedar.

—¿Pasa algo? — se acercó Deckard, Kelly se colgó de su cuello y comenzó a llorar no poder decirle la verdad.

—Cuando llamé a Toretto, aquí en Londres, para la misión, debíamos cazar a Shaw, Owen Shaw— se acercó Hobbs—. Le pedí a Kelly que se infiltrara para buscar un punto débil.

—Y Kendra se convirtió en ese punto débil— trató de serenarse.

—Él la violó durante esa misión...

—¿Por qué no me dijiste?

—Sé cómo me mira Hobbs por haberme casado con el hombre que intentó matarme, pero no puedo estar cerca de mi violador.

—Estás cerca de la muerte todo el tiempo, esto no te hace débil.

—Chicos, el juez nos espera— se acercó Hattie.

—Perdón por arruinarles el momento— lloró de nuevo.

—Vete, Owen, aún no es el momento adecuado para ella— dijo Magdalene.

—Kelly, enserio lo lamento— e hizo algo arriesgado, la abrazó. La rubia se derritió en llanto entre sus brazos. Deckard lo iba a quitar, pero los cuñados poco a poco se sentaron en la acera, ella lloraba con intensidad, con la respiración acelerada y sintiendo un enorme nudo en la garganta.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora