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—¿Alguna vez has pensado en eso?

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—¿Alguna vez has pensado en eso?

—¿Qué?

—Hijos.

—Por supuesto— sonrió con nostalgia.

—Cuando tuviste al bebé en brazos.

—¿Tengo madera de madre?

—Sí— se rio.

—¿Vamos a hablar de mi sobrino o quieres un vodka?

—Mejor un whisky.

—¿En las rocas?

—Suenas a bartender.

—Bueno, suelo esforzarme.

—¿Por qué me invitaste a tu departamento?

—Tú preguntaste si iba, terminó la comida y no sugeriste nada.

—Te iba a llevar a mi coche.

—¿Tienes residencia aquí, en New York?

—Sé que tú no.

—¿Te vas a quedar?

—¿Quieres que me quede?

—Creí que no lo preguntarías.

Se sentó en sus piernas, envolvió su cuello con sus brazos y le besó la comisura de los labios, él la cargó en brazos y la llevó hasta la cama, esta vez la depositó con delicadeza, ella sonrió con nerviosismo, sin saber cómo la tomaría en ese momento. Deckard se quitó el saco, los zapatos y los tacones de ella antes de acostarse a su lado. Kelly se sentó a horcajadas sobre él y desabrochó el cinturón y antes de amarrarlo a su cuello, él lo dejó a parte. Se sentó y la abrazó apretándola contra sí mientras inundaba sus labios.

***

—¿Descansaste?

—Gracias a ti— recibió un beso en la frente.

—¿No habías dormido con nadie en mucho tiempo?

—¿Se me nota?

—¿Fue algo que hizo Roman?

—No fue él— intentó que no le temblara la voz—. ¿Te decepcioné?

—No sería la palabra que usaría.

—¿Entonces cuál?

—¿Quieres que me quede? — sonó el timbre—. ¿Esperabas a alguien?

—No— se enderezó y él la mandó a quedarse, Deckard solo tenía la pantalonera, se puso la sudadera.

—¿Querían verme?

—Pasa, Toretto.

—¿Kelly no podía esperar...?

—Fui yo, ella no sabe que te llamé.

—¿Le pasa algo?

—No, al contrario, todo muy bien. ¿Qué debo hacer para casarme con ella sin ganarle el desprecio de la familia?

—Ellos no te dirán nada, todos saben la historia de Kelly y solo nos queda aceptar lo que decida, si esa decisión eres tú, adelante.

—¿No pelearás por tu prima?

—Kelly sabe cuidarse sola.

—¿No ha fallado en ninguna misión?

—Creemos que hay una, pero no ha hablado de eso.

—¿Pasa algo?

—Nada, Kelly— habló su primo—. Deckard te quiere llevar de luna de miel a Río, yo reservaré su estancia allá.

—¿No es una misión?

—No hay misión, debes descansar, ¿qué mejor lugar que ahí? — Toretto la tomó de las mejillas para que lo viera y ella lo abrazó.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora