*Basada en la saga Rápidos y Furiosos*
El señor Toretto murió en un accidente de carreras, Jakob huyó y Dom fue enviado preso, así que Kelly se vuelve la cabeza de familia. Ahora que están reunidos todos los Toretto, compiten en carreras callejeras...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿De verdad es necesario? ¡Por favor! Tiene 71 años, ¿cuál es el problema?
—Señor, es prisionera tendrá indulgencia cuando demuestre no ser un riesgo de seguridad.
—Insisto, 71 años— dijo Kelly en tono pasivo-agresivo.
—Si alguien deja la puerta abierta, sería tonto no tratar de usarla.
—Tiene lógica para mí— se encogió de hombros.
—Lo tonto es pagarles a los guardias para que la dejen abierta, pero no lo suficiente para que mantengas la boca cerrada.
—Sí, bueno, sigo teniendo razón.
—Si no puedes escapar de una prisión de mierda como esta, de verdad te estás quedando sin habilidades.
—Mocoso insolente, ¿a ti no te habla así, o sí?
—Sabe que lo mandaré a la tina.
—No tienen tina.
—Exacto.
—Hablamos de escapar— se giró a su hijo—, ¿dónde está mi pastel de cumpleaños?
—¿El que tiene la lima dentro? Lo está horneando— ladeó la cabeza hacia su esposa.
—¿Quién quiere una maldita lima? Lo que quiero es un poco de C-4.
—Si quieres salir de aquí, dímelo. Yo me encargo.
—Para nada— le quitó el teléfono—. No tienes un perfil bajo.
—¿Y tú sí?
—Tengo dos agentes que te pueden proporcionar todo el C-4 que necesites, incluso infiltrarte para sacarte.
—Ay, chicos, me estoy divirtiendo— sonrió Magdalene—. Estar encerrada no me molesta. Disfruto la paz y el silencio. Camino un poco, leo, hago mucho sudoku; es como estar jubilada, me encanta. ¿Has hablado con tu hermana?
—Sabes que no, mamá.
—Dame la mano.
—Aquí vamos.
—Hazle caso a tu madre— palmeó el hombro de su esposo.
—Tu hermana y tú eran inseparables. ¿Qué pasó, Decks? ¿Qué pasó entre ustedes? Los recuerdo a Owen, a Hattie y a ti, jugando en el patio, jueguitos y fraudes, robando bancos. Les ponían nombre a sus pequeñas estafas. ¿Recuerdas?
—No me había platicado— sonrió fascinada—. Vendré mañana.
—Ah, ¿cuál era ese?
—El "Keith Moon" ...
—Así es, se llamaba como el baterista porque eran como percusiones explosivas que provocaban daño permanente en el oído— Magdalene carcajeó.
—Ese es mi niño, con razón dejamos el negocio familiar. Ella te ama, ¿sabes? Todo lo que tienes que hacer es levantar el teléfono, Decks. Mírame, eres su hermano mayor, te admira.
—Me admiraba.
—Bueno, espero que algún día cruce por esa puerta y los vea a los dos ahí sentados.
—¿Cuántos años te quedan?
—Dos, con buena conducta.
—Y en realidad, ¿cuántos?
—Cuatro.
—Bueno, ya sabes lo que dicen, "nunca digas nunca".
—Se acabó el tiempo.
—Pórtate bien.
—Lo haré, los quiero, cielos— besó al aire.
—Llamaré a Owen.
—Gracias, querida— se levantó y entregó las esposas a su carcelera.
—¿Enserio lo harás?
—¿Dudas de mí?
—Nunca.
—¿Hola?
—Te sonará raro, ¿no? — su voz le temblaba, tenía un tic en la pierna, Deckard le acarició la rodilla y no fue suficiente, la mano libre le sudaba.
—Un poco.
—Oye, acabamos de salir de prisión...
—¿Deckard y tú, enserio?
—Concéntrate, dice que Hattie es la única que no la ha visitado, ¿podrías llamarla tú?
—¿Te mando su número?
—No la conozco, sería mucho más extraño que hablar contigo.
—Ya eres de la familia.
—Suena tan raro viniendo de ti.
—Eres mi hermosa cuñada.
—Soy la única que tienes.
—Llámala, igual lo haré yo.
—Gracias— colgó y guardó el teléfono en la guantera.