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—Chicos, no era necesario que vinieran

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—Chicos, no era necesario que vinieran.

—Te dispararon.

—Aún estás muy débil.

—Te diste el alta tu sola.

—Desobedeciste a Hobbs.

—Es un vuelo muy largo y cansado.

—No sabemos si tengamos un comité de bienvenida.

—Aún hay riesgo de que se te abran los puntos.

—Ya entendí— se quejó a modo de broma—, cielos, a veces me molesta que se hayan hecho muy cercanos.

—Claro que no, tonta— sonrió la pelirroja al verla por el retrovisor—, te encanta vernos de nuevo.

—Cierto, desde que me fui a Río que no he sabido de ti.

—¿Cuánto fue? ¿Dos o tres años?

—Más o menos— se rio Leon.

—¿Y de quién es el avión? — dudó Juliana.

—Roman— dijeron sus interlocutores.

Leon frenó el auto, ambas chicas esperaron a que el hombre les abriera la puerta. Juliana subió primero para cersiorarse que todo estaba listo y dispuesto para despegar cuanto antes. León tomó la mano de su ex novia, la sostuvo del antebrazo con firmeza para ayudarla a subir. Kelly se reía de que la trataran como convaleciente, giró al escuchar un auto llegar, ese no era su primo, pero igual sonrió.

—Casi no te alcanzo.

—¿Creíste que me iría sin verte una última vez?

—Suena a que te quedarás allá.

—Por lo menos en lo que reposo.

—¿Cómo sigues?

—Mejor, muchas gracias— le acarició el rostro—. ¿Tú cómo te sientes? Después de todo lo que pasó, tú ibas en ese avión.

—¿Cómo sabes...?

—Leí los expedientes, tú no me dijiste nada, así que le pedí a Hobbs respuestas.

—Avísame cuando llegues.

—No lo dudes.

—Hermano, cuídala mucho— dijo Roman al girarse con Leon.

—Con mi vida, como debe ser— se estrecharon la mano, Kelly le besó la mejilla y ambos subieron al avión.

***

—Debías quedarte en cama.

—Y yo necesitaba verte— se le colgó al cuello y no pudo evitar llorar. Han aun parecía en shock, tanto que habían hablado de Tokio, de hacer vida juntos y ahora ella ya no estaba.

—Supe lo que te pasó, Letty nos lo dijo.

—Oye, estoy bien.

—Gracias por traerla— abrazó a Leon.

—Es lo menos que podíamos hacer— le sonrió—, ¿ahora tú serás nuestro anfitrión?

—Te devuelvo el favor.

—Es su tiempo de luto, tómense lo necesario— dijo Juliana, quien había permanecido en completo mutismo desde que despegó el avión—, nosotros nos hospedaremos donde nos digas; no se preocupen por nosotros.

—Escojan su coche— dijo Han.

El anfitrión volvió a abrazarla, pero esta vez palpaba las heridas para saber si podía hacer esfuerzo. Kelly levantó los brazos aún con su rostro afligido. Han le tendió las llaves y ella le dedicó cierta mirada, Han asintió y la ayudó a subir al volante. Arriesgado, bastante, pero ambos lo necesitaban. Encendió el auto y no esperó a que su mejor amigo cerrara la puerta, ya derrapaba en círculos antes de pisar el acelerador para salir de ahí, por algo decidieron llegar de noche. Odiaba a sus amigos por coordinar todo de forma tan perfecta.

Tantas luces, tanta gente, nada comparado con lo que había manejado y, mientras recorría esas inmensas calles se preguntaba por qué no había ido ahí antes. Era un mundo completamente nuevo, parecía el paraíso criminal. Han no tenía ni medio año de haber llegado y su mafia ya crecía. Seguro se asociaría con Leon y con ella para que siguieran creciendo las ganancias de todos. Llegado el momento, estuvieron solos, apenas se toparon con unos cuantos autos y Han les pasaba su número, la rubia solo se reía de ello, eso hasta que le dijo que no era su número, sino el de Kelly, así que borró la sonrisa incrédula.

—No hablarás enserio.

—¿Ya volviste con Roman?

—No...

—Entonces estás soltera.

—¿No es muy pronto?

—No— se volvió a burlar.

—Voy a chocar el coche y moriremos ahí solo para que se te quite.

—¿Cómo te vas a burlar si moriremos en el choque?

—Iré al paraíso de los dioses donde estén tú y Giselle y me reiré de ti.

—Aprovechando tu visita, quiero que le des lecciones a un chico.

—¿Qué hace? ¿Nos hace perder mucho dinero?

—Es un hijo de papi, buscapleitos, aunque se destaca por la mecánica.

—¿Ya lo hiciste tu pupilo? — se burló luego de beber su medicamento y pedir otro refresco, era su último día de pastillas, así que no tentaría a la suerte. Antes de bajar del avión, Juliana le puso la inyección—, pero a ti no te gusta cómo derrapo.

—Lo atribuí a tu intoxicamiento.

—Sí, obvio, yo manejo mucho mejor... ¿Podemos hablar del elefante en la habitación?

—¿A ti te gusta hablar de Jesse?

—La verdad es que no.

—Dame tiempo.

—Vamos a descansar, mañana por la mañana haremos una carrera para evaluarlo.

—¿Cuánto tiempo te quedarás?

—No quiero abusar de tu hospitalidad, un par de semanas.

—El tiempo que sea necesario.

—Aquí hay más contaminación, ¿no? Tal vez vaya a Suecia...

—No irás a suicidarte con ayuda de alguien más.

—Eres un aguafiestas.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora