9

1.2K 80 3
                                    

Como de costumbre, Dom y Letty a la cabeza, Han en segundo lugar y Kelly con los latinos. El robo de gasolina lo habían llevado a una nueva sociedad, no tardaron en acostumbrarse al nuevo país. República Dominica no se comparaba a las calles donde crecieron. Dom sugirió que fueran tres coches porque su prima siempre iba de copiloto, Kelly no objetó. Pronto se hizo amiga de Rico y Tego, le gustaba verlos pelear, por ejemplo, en esa misión, iba sentada en las piernas de Rico disfrutando del viaje.

—Yo no molestaría a Dom, locos.

—La reina tiene razón— se rio la rubia.

—Tendremos que actuar rápido, la pendiente está a cuatro kilómetros— dijo Dom. Letty soltó el camión y Han se lo llevó. Era turno de Tego, así que Kelly salió para enganchar su camioneta. El camionero se dio cuenta de que los robaban, así que chocó para desestabilizar a su primo. Rico corrió por ella para que entrara a la cabina y él soltar la camioneta. Dom chocó su auto y los tres pudieron irse de la escena.

—¿Ves? Por eso no quería que subieras detrás de Letty— se quejó Rico.

—Se acabó la acción, nenes— la rubia se encogió de hombros, ahora se sentó en las piernas de Tego.

***

—Oye, oye, mi primo está a cargo de la seguridad en el aeropuerto...

—Pero, mi hermano, te estoy diciendo...

—Cállate.

—¿Vamos a seguir con el plan o qué? — Rico seguía de la mano a la rubia, quien solo se reía de que Dom no dijera nada. Dom empezó a repartir el dinero y Han puso semblante serio.

—Gócenlo— dijo Dom. Rico besó a la rubia y se fue con su amigo.

—Sigue— dijo Han y su novia también marchó.

—¿Es tan malo?

—La policía allanó nuestro garaje, te estaban buscando. Nos presionan porque creen que fuimos nosotros. Tenemos que salir temprano.

—No, me buscan a mí— dijo Dom—. Si me atrapan, hundirán a cualquiera de mis acompañantes. Han, hicimos bastante, es tiempo de que vuelvas a lo tuyo.

—Me dijeron que Tokio es una locura.

—¿Me llevarías allá? — sonrió la rubia al ver que su primo fue al encuentro de su esposa.

—Tokio no es tu tipo de ambiente.

—No me quieres llevar— le dio un sorbo a la cerveza de su interlocutor y quiso irse, él la jaló para que quedaran a poca distancia.

—¿Quieres que te lleve?

—¿No preferirías llevarla a ella?

***

—Kelly...

—Creí que dormías.

—¿Qué haces aquí?

—Me gusta pensar a la luz de la luna, es una brisa fresca.

—¿En qué piensas?

—Han pasado ocho años y aún me cala la ausencia de mi hermano, ¿sabes? No creo que se pueda comparar con tu caso, ya sea el de Mía o Jakob, porque el mío está muerto, a veces me siento culpable por nunca ir a visitarlo.

—Vete.

—¿Disculpa?

—Vuelve con Mía, háganse compañía y vayan a ver a Jesse.

—Te amo, pequeñín— lo abrazó sabiendo que él era mucho más grande e imponente que ella. Dom le besó la cabeza antes de irse.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora