*Basada en la saga Rápidos y Furiosos*
El señor Toretto murió en un accidente de carreras, Jakob huyó y Dom fue enviado preso, así que Kelly se vuelve la cabeza de familia. Ahora que están reunidos todos los Toretto, compiten en carreras callejeras...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Vamos a comer.
—No, no mamá. No tenemos tiempo, no quería traer problemas.
—Debiste haberte quedado lejos, ¿qué haces aquí?
—Traje la verdad.
—¿Qué verdad?
—La verdad es que nos tendieron una trampa, nos incriminó la gente que creó un virus mortal.
—Ay, por favor.
—Si no lo detenemos, se expandirá. Todos podríamos morir, todos nosotros. Todos en esta casa, todos en la isla y todos alrededor del mundo. Jonah, necesito que nos ayudes a arreglar esta máquina, necesito que ayudes a mis amigos y que todos construyamos defensa aquí, ¡ahora!
—¿Crees que puedes regresar y que te ayudaremos después de lo que hiciste?
—¡Sí!
—¡Eso no va a suceder!
—¡Es más importante que nosotros!
—¡No me importa!
—¡Mucho más importante! ¡Podríamos morir!
—Bien, porque prefiero morir que ayudarte, ¡cabeza de huevo!
—Escucha— soltó a su esposa, así que Kelly se apoyó en su cuñada, pues no podía estar mucho tiempo de pie—. Sé que tu hermano no es una persona fácil, créeme, pero confío en él y nos trajo aquí porque este lugar tiene algo que no existe en ningún otro lugar del planeta: tú.
—¡No me conoces, ni yo a ti! Es hora de que se vayan, llévense su máquina, váyanse, ¡ahora!
—Deckard— habló con esfuerzo, casi caía.
—Jonah Hobbs— espetó al mismo tiempo que su esposo la sujetaba—, respeta a tu hermano. Si necesita algo, se lo daremos. La comida de nuestra mesa, la ropa que usamos, incluso el maná de las islas. Y ustedes chicos, todos ustedes, muestren respeto por nuestros huéspedes o por Dios que me quito la chancla ¡y la azotaré contra sus grandes y gordas cabezas! ¿Me escucharon?
—Lamento traer esto aquí, mamá.
—Luke, esta es tú casa. Somos samoanos, podemos con los problemas.
—Ya la amo— trató de ocultar su cara de dolor.
—¿Qué te pasa, hija?
—Nada— sus ojos se cristalizaron.
—Necesitamos descansar, ¿tiene un espacio que podamos compartir? — inquirió Hattie.
—Por aquí, por favor.
—Necesito un balde con agua fría, mantas, un té, algo que pueda morder...
