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—¡Hay un ejército de autos que se conducen solos! ¡Envíen apoyo! ¡Necesitamos ayuda!

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—¡Hay un ejército de autos que se conducen solos! ¡Envíen apoyo! ¡Necesitamos ayuda!

—Ese es Dom— puntualizó Letty.

—Hora de irnos— ordenó Kelly, antes de que pudiera darle alcance a Roman, Deckard la jaló hasta su auto y la metió con algo de brusquedad.

—¿Por qué me ves así?

—¿Ahora eres mi conductor designado?

—No esperes que te diga Ramera.

—Con Toretto bastará— se iba a girar al frente y él la tomó de la mano para besar su dorso.

—¿Qué es eso? Bésame bien— la jaló de la nuca para estrellar sus labios con fuerza, a lo que ella lo sujetó de la chamarra para que no se alejara.

—Festejaremos cuando esto acabe.

—Dalo por hecho— sonrió la rubia. Tej a la cabeza, seguido de Roman, el niño bonito, Letty, Deckard y Kelly, con Hobbs en la retaguardia. Todos conducían a gran velocidad tratando de dar alcance al caos que había en la ciudad.

—¿A dónde quieres ir?

—Los Angeles— ironizó.

—Te encontrarás con el esposo de la Ramera, no creo.

—Él ya no vive.

—O a Londres, si de zona de confort se trata.

—¿Te consideran un traidor y sigues ahí?

—Igual que tú, después de esto, me van a exonerar.

—¿Estás seguro?

—Si a ti, que no te hicieron nada, ¿por qué a mí no?

—No sé qué tanto hiciste cuando fuiste una sombra, pero seguro fue algo grande.

—Aquí es— dio un giro brusco y el equipo le cerró el paso. Shaw y Toretto en la retaguardia.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora