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—Era lo único que teníamos para rastrearlos

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—Era lo único que teníamos para rastrearlos.

—Y te burlabas de Roman— espetó sin importar quién la escuchara.

—Lo perdimos todo.

—¿Qué tienes, princesa?

—Busco a Toretto, pero tengo un par de minutos de sobra si quieres que te envíe al hospital. De nuevo.

—Eso lo quiero ver— cruzó las piernas a modo indio en la silla.

—Oye, Reglas.

—En primer lugar, ese no es mi nombre.

—Pequeño Don Nadie.

—No me digas así.

—Definitivamente se queda.

—Hazme un favor, Kelly, dile a tu nuevo amigo que buscaremos a Toretto, pero lo haremos juntos, en equipo— dijo Hobbs y la rubia torció los ojos con gracias—. Y cuando todo termine, con gusto le quitaré esa sonrisa.

—Es difícil saber a quién de los dos le apostaré ahora.

—Esperen, creo que Deckard va por buen camino— dijo Ramsey—. ¿Cómo creen que Dom y Cipher entraron al país sin que lo supiéramos?

—Vuelos fantasma— dijo la rubia como si estuvieran en clase.

—Creí que los aviones irrastreables eran una fantasía.

—¿Este niño no hizo su posgrado en "cosas estúpidas que no puedes decir en la mesa"?

—Mejor espósalo— dijo Don Nadie.

—Al fin— exclamó gustosa cuando Roman le pasó las esposas de uno de los oficiales que rondaba por ahí.

—No lo son, los satélites y las cuadriculas de radar de todo el planeta cambian como un océano. Tienen canales que se abren y cierran, si conoces a las personas que conocen los patrones adecuados.

—Puedes volar por los puntos ciegos sin que te detecten— dijo Ramsey.

—Entonces, ¿sabes de dónde salió Dom? — inquirió Letty.

—Sí, va a Nueva York— completó Deckard.

—¿Lo ves, Luke? Ustedes se van a llevar muy bien.

—Deckard, haz la llamada, nos vamos a Nueva York— la rubia encabezó la marcha fuera de la sala.

***

New York

—¿Por qué estamos viajando así?

—Porque Dom tomó el Ojo de Dios.

—No me hubiera bañado.

—Hay que mantenerse fuera del radar.

—¿Así?

—Lo hubiéramos dejado allá.

—Antes de que vomite, déjame preguntar algo. ¿Qué hacemos aquí?

—Excelente pregunta, Roman— unas grandes portezuelas se abrieron y dejaron el hedor de la pescadería atrás—. Bienvenidos a nuestra nueva base de operaciones.

—No, enserio, ¿qué es este lugar? — inquirió la señora Alfa.

—Esto es el cielo— dijo Tej.

—Esto es una Juguetería, no una base de operaciones— Kelly y Roman manoteaban emocionados con todos los coches que veían.

—Es la cochera de la agencia, Kelly, así la llamamos, La Juguetería.

—Como anillo al dedo— suspiró extasiada.

—Aquí traemos todos los vehículos embargados de traficantes en la Costa Este.

—Seguro hay coches de Leon aquí— codeó a su cuñada.

—Ve a buscar uno— le sonrió de vuelta.

—Don Nadie dijo que, si queremos atrapar a Dom, tendremos que ser muy rápidos. Imaginé que estoy ayudaría.

—No solo rápidos, bebé— le acarició la mejilla antes de que todos se fueran a tontear por ahí.

—¿Quién es León?

—¿Conociste a la Ramera de Los Ángeles?

—Algo escuché.

—Pues él era su esposo.

—Las rameras no se casan.

—Ella sí, disculpa, tengo una llamada. ¿Sí?

Ya llegué.

—Está a un minuto, no desespere, dígale que la Ramera de Los Ángeles la citó ahí.

Encantador.

—Supongo que, si le digo mi apellido, no querría estar ahí.

—¿Sabes quién soy?

—Por eso estoy aquí.

—Infórmeme.

—Ayer, no mencionaste un esposo— le murmuró al oído luego de colgar.

—Porque no lo preguntaste.

—No llevas anillo.

—No uso anillos.

—Los anillos de matrimonio...

—Para tu tren, no pareces alguien que se haya casado ni que vaya a hacerlo pronto, así que no tienes voz al respecto; mira a la señora Alfa, no usa argollas, su relación va más allá de eso; mira a los hackers, aún no lo preguntan y su relación va más allá.

—"El capitán Deckard Shaw se destacó por sus actos de valentía— Toretto y Shaw dejaron su discusión cuando Hobbs se acercó, la rubia le tendió una llave para que manipulara mientras lo escuchaban, a ella le intrigaba lo que fuera a apostar el militar "retirado" —, arriesgando su vida más allá de sus responsabilidades. Sus valientes actos salvaron la vida de rehenes y compañeros. Recomendación: La Cruz Victoria". El honor más alto que haya dado el gobierno británico a un traidor.

—No lo habías mencionado— murmuró la rubia—. Pero no tiene sentido.

—¿Por qué?

—Tú dímelo, me acabo de enterar.

—La rubia tiene razón...

—Aplica exactamente la misma lógica con un agente con una Estrella de Plata que robó un arma PEM. ¿Te resulta familiar? — luego encaró a la rubia y esta agachó la cabeza con la intención de irse, Deckard la tomó del brazo y le indicó que se sentara.

—¿Quieres echarme una mano? A la cuenta de tres: uno, dos, tres.

—¿Sabes qué, muñeca? En otra vida, tú y yo, hubiéramos hecho mucho ruido.

—Sí, tal vez.

—Sí. Es una pena que tenga que romperte el cráneo cuando todo esto termine.

—Ya me estaba divirtiendo.

—Tú no, le hablaba a la nena.

—Con todo respeto, capitán, cuando todo esto termine, buscaremos un lugar y yo te golpearé tan fuerte la boca que meterás un cepillo en tu trasero para cepillarte los dientes.

—Le voy a Hobbs— antesde que los tres carcajearan.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora