*Basada en la saga Rápidos y Furiosos*
El señor Toretto murió en un accidente de carreras, Jakob huyó y Dom fue enviado preso, así que Kelly se vuelve la cabeza de familia. Ahora que están reunidos todos los Toretto, compiten en carreras callejeras...
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Habían pasado un par de semanas en casa de la abuela. Juliana la amaba tanto, la crio cuando su madre se fue, Leon sabía del lazo que tenía con su abuela era el más grande que podían tener, por lo que cada cierto tiempo iban a verla, ya que la señora se negaba a mudarse a Brasil con ellos. Los Shaw y los Strong compraron un avión, cada familia tenía sus propiedades y su avión. Los Shaw tenían una cadena de cafeterías donde lavaban dinero para los Strong y establecimientos en Italia donde traficaban, todo se reducía a drogas, distintas, nada de armas, nada de personas.
León condujo hasta el hangar, abordaron el avión y el viaje fue seguro mucho más corto que el que tuvieron los Shaw. Los tres iban en ropa cómoda, Daniel Jesse iba jugando con sus carritos, Shaw, Toretto, Strong y O'Brien peleaban por meterlo a su equipo cuando creciera. Juliana era igual que Mía, con que estuviera detrás del volante se daba por bien servida. Al aterrizar, ya estaban subiendo su equipaje a uno de los autos, las toneladas de comida a otro y el propio estaba listo para que el patriarca lo condujera.
—¿No se queda nada?
—Tranquilo, los muchachos revisarán el lugar antes de cerrarlo.
—Daniel, sube al auto— abrió la puerta de la camioneta y vio que la parte trasera estaba vacía—. No pusieron el asiento para bebé.
—La entregaron diez minutos antes de que llegaran.
—Hice el pedido hace días.
—Déjalo, Leon— acarició el rostro de su esposo—. Daniel, no puedes brincar, ¿está claro? Esta es una prueba, si puedes viajar en coche sin tu silla, te dejaré conducir.
—¿De verdad?
—Sí.
—Tiene cinco años— la jaló del brazo.
—Nunca dije cuándo.
Ambos iban al frente, contestando llamadas y mensajes, habilitando líneas seguras para informar a la familia que habían llegado con bien a su destino. Casi siempre usaban los autos deportivos, pero cambiaron a la suburban ahora que eran tres, ya que no querían caer en el pleito de Kelly y Deckard. El tráfico estaba decente, ya estaban acostumbrados a ese flujo, por lo que el camino hasta la guarida era rápido y sin contratiempos. Juliana volteó a su derecha y había unos sujetos con sus lentes oscuros, tocó ligeramente la mano de su esposo y, antes de que Leon la viera, fueron impactados por la derecha.
—Jul...
—Daniel.
—Mami— los tres gritaron al mismo tiempo, la castaña intentó girarse a tomar a su hijo cuando los volvieron a impactar.
—Todo está bien, cariño, mírame.
—Papi.
—Leon, ¿qué pasa? — el susodicho trataba de mantenerse aferrado a la consciencia cuando los impactaron por enfrente y por atrás. Seguro se había roto el brazo izquierdo, ya que el primer inmovilizado fue él. Juliana se quitó el cinturón y sacó unas pistolas de la guantera—. Daniel, al suelo, ¡ahora!
León revisó que estuviera armada y Juliana amartilló el arma. El auto tenía daño, pero Leon pisó el acelerador cuando comenzaron a dispararles de todas direcciones, lo único que los mantenía alerta eran los gritos del niño, quien se sostenía la cabeza mientras lloraba gritando a su madre que lo sacara de ahí. Juliana respondía al fuego cuando veía un tiro certero, ella no era la chica de las armas, sino su hermana Kelly, ni siquiera encontraba el teléfono para presionar el marcado rápido y que los sacaran de ahí, ¿dónde carajo estaba la escolta cuando la necesitaba?
—El blindaje no resistirá mucho.
—Leon, están sacando el armamento pesado.
—De aquí no nos van a sacar.
—¡Abajo!
Juliana apoyó el arma sobre la espalda de su esposo y disparó hasta vaciar el cargador, no era el arma de francotirador que tanto amaba su esposo, pero era lo más parecido, algo más chico y portátil, con la adrenalina ni se dio cuenta que lo pudo armar en dos movimientos ni de dónde lo sacó. Los civiles se convertían en daños colaterales mientras les seguían disparando. Cuando Juliana dio la orden, Leon condujo mientras disparaba con la mano libre. La persecución avanzaba por la ciudad, los habían flanqueado por ambos costados, Leon pisó el freno para que los autos se impactaran con los camiones de carga que pasaban.
—¿Estás bien?
—Sí, ¿Daniel?
—¿Mamá? — el matrimonio volteó hacia enfrente y había un civil parado frente a ellos con una bazuca.
—Daniel, cuando diga "ya" vas a brincar a las piernas de tu madre, los voy a expulsar el auto y correrán lo más lejos posible, ¿quedó claro? — el niño balbuceó—. Eres el hombre de la casa y debes proteger a tu madre hasta que vuelva, ¡¿quedó claro?!
—Sí— chilló.
—Si no vuelves, te mato.
—Yo también te amo.
—Hijo, hay una caja negra, métela en tu mochila.
—¡Ya!
Daniel fue muy rápido, guardó la caja que le pidió su madre y brincó cuando su padre lo ordenó. La puerta del copiloto salió volando, Juliana estaba enganchada a ella, aferraba a su hijo entre sus brazos. Cuando la puerta perdió velocidad, la mujer se puso de pie, le quitó la mochila a su hijo y corrió lo más rápido posible, ni siquiera desvió la vista hacia atrás porque sabía que se detendría para ayudarlo. La camioneta siguió su camino aun volcada. El sujeto caminó en busca del conductor, quien se escapó por la alcantarilla.
—Señora.
—¿Dónde carajos estaban?
—Nos sacaron del camino.
—Me hace preguntarme si es verdad, ¿presionaron el botón de pánico? — en eso sonó su teléfono, el segundo al mando ladeó la cabeza—. Necesito esta línea libre.
—Soy yo, ¿cuál es la situación?
—No lo sé, había disparos por todas partes, ¡mi hijo estaba en medio!
—Han y Elle van para allá.
—¡No! Los están en búsqueda y captura.
—Están más cerca que nosotros, Hattie y Hobbs los verán en el aeropuerto, suban al auto y salgan de ahí.