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Roma

—Amé el Coliseo.

—Te dije que te iba a encantar.

—¿Te imaginas pelear como un gladiador? Conseguir tu libertad, poder irte a donde quieras o echar raíces y casarte con cualquier mujer que te encuentres por ahí.

—No creo que anduvieras por ahí.

—¿Y dónde estaría yo?

—Sería casi igual, pertenecerías a la casa de Toretto y no podrías salir a menos que te cases.

—Estaríamos igual, irías a pedir mi mano.

—Por supuesto.

—Me voy a bañar para no andar a las prisas mañana, ¿ya revisaste los boletos?

—Sí.

—¿El coche?

—Lo enviarán a mi garaje.

—¿El equipaje?

—Acomodado.

—¿Te bañas conmigo?

—Pediré servicio a la habitación y te alcanzo.

—Pero vienes— le besó la comisura de los labios, se giró para que le bajara la cremallera y él aprovechó para besarle el hombro.

Buenas noches, quisiera el especial, sí, dos, por favor. Su mejor botella de vino, de postre su clásico tiramisú. Sí, a mi esposa le encantó. Muchas gracias, habitación 73— colgó el teléfono del hotel y vio que el de su esposa sonó, dudó un momento si pasarlo o no, pero no reconoció el número—. Shaw.

No, hablo al número de Kelly.

—¿Cuál Kelly?

Kelly Toretto, ¿quién es?

—Roman.

Sí, mi hermano, ¿con quién hablo?

—Deckard Shaw, ahora dime por qué llamas a mi esposa?

***

—¿Cuándo me ibas a decir?

—Creí que era obvio.

—No, tú no sueles ser tan obvia.

—¿Cuántas veces no me regañó Brian por perder la dignidad contigo?

—Pero era un juego.

—Frena— exclamó al ver a su primo apuntándole con una escopeta. Tej hizo lo mismo.

—¡Hola, hola! Venimos en paz— Roman fue el que se animó a hacer el acercamiento, bajó el vidrio e hizo un corazón con las manos.

—Baja eso, es la porrista que pediste por el catálogo— bajó del auto, no llevaba ese atuendo, sino un leggin negro, camiseta y una chaqueta de cuero blanca, incluso la levantó para que viera que no era una trampa.

—Oh, vamos, soy Roman— también bajó—. No me reconoces porque llevo una semana bronceándome.

—B, puedes salir, hijo.

—Te voy a acusar, eso es demasiado— corrió a colgarse del cuello de su primo—. Recibir a tu prima favorita así, creí que me querías.

—¿Qué vas hacer con esa cosa? ¿Cazar elefantes o algo así? — inquirió luego de estacionar.

—Hubiésemos llamado— dijo Ramsey.

—Pero necesitas teléfono para que alguien te llame.

—Señora Alfa.

—¿No lo vas a olvidar, verdad?

—Pequeño B.

—Tía— la abrazó y ella la llenó de besos.

—¿No iban a compartir el auto?

—¿Crees que mi ego, su narcisismo y su talento iban a caber en el mismo?

—¿Qué sucede? — los hackers intercambiaron miradas.

—¡Socorro! ¡Socorro! Mi avión está siendo atacado por un agente desertor... nos abordan, traigo un cargamento peligroso. Necesito que reúnas al equipo... sigo vivo. Explicaré...

—Es una transmisión SOS del avión de Don Nadie. Traía información encriptada, aún la estoy descifrando.

—Mándala a Deckard, seguro él o Hattie te echarán una mano.

—¿Alguien más la recibió?

—Esa es la cuestión, solo nos lo envió a nosotros.

—¿Hobbs no está involucrado? ¿No lo llamo? — no sabía si sacar el teléfono o no, apenas y tenía información, Roman la recogió y fueron hasta el punto.

—¿Por qué?

—Atrapó a Cipher, pero hubo un ataque en el vuelo y la liberaron.

—Al parecer su avión se estrelló por aquí sobre la región noroeste de Montequinto.

—Si sobrevivió Don Nadie, debemos encontrarlo, pero toda el área está cerrada, aislacionistas, manejados por militares.

—Ya no estamos disponibles— todos lo voltearon a ver.

—Espera, ¡Dom!

—Yo voy— murmuró por lo bajo y los detuvo con la mano—. Hey.

—Me alegra verte.

—Pero...

—Las cosas cambian.

—Mató a Elena, tu hijo casi cae del avión por su culpa...

—Deckard solo recibió salvas, no balas reales.

—Tenemos una deuda pendiente.

—La respuesta sigue siendo no.

—Han pasado casi siete años, si salí de mi retiro, después de lo que pasó, es porque ahora sí vamos enserio y sí vamos atraparla o aniquilarla.

—Hubieras traído a Shaw contigo.

—Leon tuvo un bebé, estábamos de viaje cuando nació— le entregó una foto—, se adelantó el parto. Está terminando de recoger nuestras cosas para llevarlas a casa.

—¿Cómo te trata?

—Como una reina.

—¿Y Owen?

—Lo estamos manejando.

—Ahora son tu familia, Brian y Mía lo dejaron cuando se convirtieron en padres.

—No eres ellos, aun si yo tuviera hijos, Mía los cuidaría por mí, Hattie los cuidaría. Sacaría a la abuela de su retiro de ser necesario.

—No puedes hacer eso.

—¿Me quieres retar?

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora