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—No he podido contactar a Deckard.

—Va a estar bien.

—Un demente nos está cazando y no lo veo desde que fuimos a verlos.

—Sí, bueno, creí que nunca está de más un poco de esperanza.

—Sí, bueno, sólo un poco.

—¿Tienes noticias de los niños?

—No quiero arriesgarme.

—Bien, creo que debemos contactar a Hobbs si seguimos sin noticias de tu esposo.

—Hecho.

***

—¿Salir en secreto de Roma en un contenedor de colonia?

—Qué mala idea, Roman. Espera, creo que perdí el olfato.

—No era colonia, era gas lacrimógeno.

—Oye, no sé de qué hablan.

—¿No me entienden? Huelo a magia. Me quedé con una botella.

Otra de las brillantes ideas de Roman, subieron a un contenedor en el muelle sin saber qué contenía ni a dónde llegaba, lo primordial era dejar la Ciudad Eterna. Tej, Ramsey, Han acribillaban a Roman y este sólo pensaba en que habían triunfado. Nada erróneo. Ahora debía esperar a que sus compañeros se recuperaran del traslado. La mala noticia era que llegaron a Londres, la ciudad con la mayor cantidad de cámaras de seguridad, ¿qué podía salir mal?

***

—¿Qué se siente volver? — bajaron del avión de carga.

—Hora de correr— dijo Kelly al ponerse sus lentes de sol.

—¿Llamaste a tu primo? — Dom volteó con Leon.

—Nos esperan.

El sol bajaba y la gente de Juliana y Leon ya les tenía autos. Juliana se iba a subir de copiloto de su esposo, este declinó y la mandó con Kelly. León debía ser respaldo de Dom porque él era el blanco, ya que a ellos ya los había atacado. Kelly aseguró que la cuidaría. Dieron un par de vueltas por la ciudad mientras la rubia hacía un par de llamadas y seguía sin recibir respuesta de su esposo, pero Owen y Hattie estaban bien por el momento. León recibió la llamada de su primo con la localización y les indicó a dónde ir.

—Se siente bien volver— Kelly inspiró el olor de las carreras.

—¿Quieres una cerveza?

—Gracias, debo estar sobria— sonrió la rubia y Leon la entregó a su esposa.

—Esto sí es un recibimiento— todos vitorearon cuando Dom bajó de su auto.

—¡Qué sorpresa! Mira esto, no sería posible sin ti.

—Diogo, qué gusto.

Es impresionante la fiesta.

—¿Vas a correr, lindura? — le acarició el mentón y Juliana sonrió.

Es mía, hermano.

—Me enteré que estás en problemas.

—No, solo busco a alguien.

—¿Podemos ayudarte?

Jefe, está aquí.

—Ya me ayudaste— se abrazaron. En eso entró otro auto.

—¿Qué tal? ¿Quién es el próximo? No te quiero hacer llorar— una linda brasileña de pómulos grandes y cabello castaño.

—Ven aquí, te voy a presentar a alguien: el mejor, una leyenda viva.

Sí, ya sé quién es. ¿Cómo no saberlo?

—Debes estar entre los ganadores hoy, veo que le pusiste un RB26, ¿no?

—Un L24 no podría soportar tanta potencia.

—Ahora resulta que es mejor que la hermana.

—Oye— espetó Kelly al darle un manotazo a Juliana y ambas rieron para sí.

—A mi hijo le gustaría.

—No busco gustarle a nadie.

—No vayas tan rápido, mira a tu alrededor, todos buscamos apoyo.

—¿Vas a competir o qué?

—Créeme que no lo preferirías eso.

—No vine para eso hoy.

Lástima, sería un placer ganarle.

—Para ti y para todos.

—La fiesta acaba de llegar— dijo Leon.

—Un millón de dólares para quien sea que me gane.

En efecto, un deportivolila llegó y de él bajó Dante Reyes con varias mochilas repletas de fajos dedinero. Esparció una sobre el cofre de su auto y mostró otras tres para pagarla entrada a la carrera. Llevaba el cabello recogido en una cola de caballo,llevaba lentes de sol, a pesar de ser de noche, pantalón en morado y camisa deseda fina en lila y con abertura dejando ver su pecho. Kelly atrajo a Juliana yLeon se puso cerca, pero la rubia dejó de prestarle atención cuando, delcopiloto, salió Ashton.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora