La otra Toretto

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—¿Solo así? Fue tan fácil— dijo Kelly.

—Tú estabas con tu vendetta.

—¿Es enserio? En otra circunstancia te hubieras ido conmigo.

—No lo dudo.

—Hola, chicos— se anunció Letty—. Sorpresa.

—Bonito cuartel— dijo Han, Dom giró y Kelly lo instó a ir, así que caminó hasta posicionarse a su lado.

—Han— se colgó de su cuello y sus ojos se cristalizaron al recordar todo el tiempo de calidad que habían pasado juntos allá en Tokio.

—Entonces sí me extrañaste.

—¿Cómo no iba a hacerlo? Eres mi mejor amigo— la estrechó—. Creí que te gustaba estar muerto.

—Tú te casaste con mi asesino, deberíamos preguntarle a él.

—¿Viste las fotos que te mandé?

—No puedo creer que Leon y Juliana se hayan casado.

—Creí que mencionarías lo de los hijos.

—No, todos sabíamos que solo Mía lo haría.

—Tienes razón, anda, él necesita un abrazo— le besó la mejilla y dejó que se reencontrara con su primo.

—Recibiste mi postal, ¿no? — Dom lo atrajo y se estrecharon.

—Todavía trato de entender cómo es que estás vivo— dijo Roman ya cuando todos se sentaron en círculo.

—Después de que Gisele murió, no sabía qué hacer, no tenía propósito, estaba perdido.

—Pero, ¿puedes llegar a la parte en la que el auto estalló y sigues vivo?

—¿Qué te dije? — la rubia levantó el dedo acusador.

—Teníamos planes, sueños. Kelly salió del hospital y fue a tener una estancia allá; nos sirvió para el luto, pero se fue, no sé si te repusiste— la rubia le estrechó la rodilla para tratar de reconfortarlo—. Se volvió mi hogar y un día Don Nadie llamó a la puerta. Solo sabía que robaría tecnología de la casa de unos científicos, pero, como siempre, Don Nadie no me lo dijo todo. Omitió la parte más importante— giró a ver a la joven.

—Yo tenía once años, mis padres solían llevarme al cine los sábados si me esforzaba en la escuela. Estaba tan emocionada de ir que olvidé mi impermeable, así que volví por él. Al principio no lo vi, cuando miré por la ventana, mi papá y mi mamá estaban muertos.

—Yo no era el único que buscaba esa cosa.

—Han me salvó, no me abandonó. Sabía que yo siempre sería un blanco y me enseñó a sobrevivir. Nos volvimos una familia.

—Siempre serías un blanco, ¿por qué?

—Porque ella es la llave— la rubia pensó en voz alta y algunos la miraron inquisitivamente.

—Todos buscábamos una cosa— dijo Dom y apretó el hombro de su prima, ellos dos eran los únicos que sabían la verdad, se enteraron después, sí, pero por seguridad no comentaron la noticia—, pero era una persona.

—Mis papás no querían que Aries cayera en malas manos, así que lo bloquearon con su ADN, que compartimos.

—Y un día Don Nadie me advirtió que un agente importante había desertado.

—Shaw— rio con ironía.

—Cuando Deckard Shaw apareció, lo usamos como pantalla...

—Pero moriste en un choque, Han— la rubia se quitó la zapatilla y se la lanzó a su ex, le lanzó la mirada asesina y se la devolvió.

—Don Nadie sabía hacer que las cosas parecieran reales. Mi muerte...

—Fue la mejor manera de seguir vivos— dijo Elle y la alarma sonó.

Ramsey y Tej anunciaron la llegada de una amenaza y, antes de que pudieran hacer algo, se vieron rodeados por agentes. Dom y Kelly se quedaron quietos viendo el caos, cuando por fin los rodearon, la rubia llamó con la mano a la niña para que quedara entre ella y Han. Toretto entrecerró los ojos al ver ahí a Ashton, se veía igual o más magullado que ella y, aun así, se veía ansioso cuando Jakob salió de la celda. Contuvo las ganas de sacar sus armas y dispararle al gigoló personal, el niño rico y a su primo.

—Jakob— murmuró la más joven de los Toretto.

—Lo siento, Mía— dijo Jakob, vio a la susodicha, a su hermano y a su prima—. Yo fui el agente desertor. ¿No pensaste cómo te encontró Don Nadie? ¿Crees que cayó del cielo y te escogió? Dirigí misiones con Don Nadie desde aquí durante años, llevo mucho tiempo buscando esa llave y me la acabas de dar. Te lo dije, este es mi mundo.

—Lo tengo— dijo Ashton entregando la mitad.

—Trajiste a muchos hombres, ¿confías en ellos?

—Confío en esto, ¿sabes lo único bueno de la muerte de papá? — las chicas Toretto pusieron el rostro duro a pesar de las lágrimas que amenazaban por bajar—. Habría pasado toda mi vida bajo tu sombra, y ahora pasarás el resto de la tuya bajo la mía.

—Lo único bueno de que papá muriera fue que no tuvo que ver en qué te convertiste, nunca mereciste el apellido Toretto— Jakob regresó colérico, la rubia se iba a interponer y Ashton la golpeó, todos se tensaron.

—¿Crees que conocías a papá? ¿Por ser su favorito? ¡No sabes nada! Bien, ¿quieren la verdad? — volteó con su prima con el mismo odio que a su hermano mayor, Mía se mantuvo expectante—. Papá murió por tratar de perder esa carrera, teníamos una deuda enorme y por lo que sentía por ti, me tuvo que pedir ayuda a mí. ¿Cómo iba a saber yo que el auto estallaría?

—Un buen hijo habría dicho que no, un hermano me lo habría contado.

—¿A ti? Me hizo prometerle que jamás te enterarías y a pesar de todo lo que pasó, mantuve mi promesa. Me llevo a la niña.

—¡Jakob! Te detendré, esa es mi promesa.

Dos agentes sujetaron a la joven, Han y Kelly se apresuraron a detenerlos, pero ambos fueron derribados, uno de ellos sacó su pistola y la puso en la frente de la Toretto, ella apenas giró la vista para saber que estaba bien. El niño rico ordenó que los dejaran. Roman se acercó a la rubia para limpiar la sangre que salía de su labio roto. Dom apenas e hizo movimiento para dar indicaciones. Tej y Ramsey entendieron, Dom ordenó que se agacharan y Roman abrazó a Kelly para que sus pistolas no salieran volando.

Dom empujó a dos sujetos para abrir paso, con su esposa detrás, su hermana, su prima y el resto. Corrieron por los túneles hasta las escaleras y puentes metálicos. Tej ayudó a Ramsey a subir, Kelly antes que la señora Alfa y ambas esperaban a la cabeza de la familia, pero este dio unas palabras a su esposa antes de cerrar la escotilla. Ninguna pudo detenerlo, Letty gritaba con desesperación no poder ayudarlo y Kelly no podía quitarla de ahí, sentía la misma impotencia que su cuñada. Antes de que pudieran hacer algo, Dom tomó las cadenas frágiles y oxidadas para romper la estructura.

—Oye— abrazó a Han—. La encontraremos, lo sabes, ¿no?

—¿Tú estás bien?

—Solo fue un golpe.

—Se ve feo.

—¿Ahora dudas de mí? —sonrió sentándose a su lado.