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—El chico de oro del señor Don Nadie atrapado como si nada, qué aburrido— se quejó Aimes—. Es como ir hasta el Everet y tomar el elevador.

—Mejor abróchate el cinturón.

—Sé que ayudaron a la Agencia, seguro que, por eso, crees que te tendremos piedad. Pero las cosas cambian.

—Ese es el problema de hoy, nadie escucha— Dom era el único que podía hablar, los otros tres sopesaban las posibilidades de escape y de respuesta.

Iban sobre la carretera, igual que en los viejos tiempos. La diferencia era que Kelly acompañaba a su primo, ambos eran cabezas de familia y les correspondía demostrarlo. León había salido del retiro al tomar el negocio en ruinas de Reyes y hacerlo propio. Juliana, por su parte, jamás había tomado partida, era experta en correr autos para deleite propio y para ganarse el pan. Ahora estaban hechos presos y debían guardar la calma, más ahora que las mujeres estaban hipersensibles.

—Te convenía pasar menos tiempo con la cabeza bajo el capó y más tiempo preparándote para el futuro. A los espías los reemplazaron los satélites; a los pilotos de avión, los drones; a la inteligencia, los algoritmos. Los días en los que un hombre detrás del volante puede cambiar el mundo se terminaron, Dom. Se terminaron los días para cualquiera detrás del volante.

—Eso está por verse— dijo Leon y los cuatro se pusieron el cinturón. Aimes y sus dos escoltas se rieron al verlos.

—¿Qué haces?

—Me preparo para lo que viene— dijo Dom al sujetar las agarraderas junto a su asiento.

Acto seguido, un misil impactó en el camión, Dom presionó los pies contra Aimes. León puso sus piernas a ambos costados de su esposa y sujetó con fuerza la mano de la rubia. Los dos escoltas rodaron junto con el camión. Pronto los cuatro se pusieron de pie mientras los otros se destanteaban. Abrieron las puertas de par y todos salieron disparando hacia lo que sea que los atacaba. Dom y compañía caminaban con calma.

Era una lluvia de disparos por todos lados y un auto clásico morado llegó hasta la escena. Dante bajó del piloto con ropas de seda, en colores arena, gustoso de llegar a la acción. Del copiloto bajó Ashton Brwnbear, imitando al estilo de Jakob en la misión anterior. La rubia soltó exhaló y Leon suspiró, era tan escurridizo y parecía que tenía nueve vidas. Juliana los alentó a cubrirse. No era momento de revivir viejas querellas, sino de cubrirse, salir con vida e ir al punto de reunión; si capturaban o mataban a Dante en el proceso, ya era un plus.

—Dominic, te traje al lugar donde nos conocimos y te tengo una sorpresa— de la cajuela sacó a Isabel.

—Tiene que ser una broma— espetó Kelly. Dom y Leon empezaron a maniobrar con el auto que comenzaba a derramar aceite.

—Dom— Aimes le lanzó el arma—. Ahora te escucho. Denles a estas personas un arma.

—¿No tienes uno de francotirador?

—Claro, ahorita lo saco del bolsillo— se rio Juliana a tiempo que amartillaba el arma y comenzaba con su lluvia de disparos.

La rubia se carcajeó, para ser una novata, le estaba gustando ese mundo, ahora sería imposible sacar a su amiga del mundillo criminal. Dom y Leon enderezaron el auto, el cual comenzó a andar, aplastó a dos antes de impactarse con otro coche y causar una explosión, de ella salieron los cuatro y dispararon a todos los que tenían en el campo de visión y confiando en que la periferia fueran enemigos y no aliados. Kelly eliminó a los de las camionetas con la intención de subir a alguna.

—¡Dominic! — la arrastraba y llevaba del cabello—. ¿Puedes dejar de lastimar a mis nuevos amigos?

—No, solo vine a lastimarte a ti.

—No te voy a mentir, ese truco con el auto estuvo genial, ¿no es así? Pero, si no paras, la voy a cortar toda.

—Primero cortaré a Ashton— murmuró Kelly entre dientes.

—Cortes profundos.

—No te preocupes, a tu zorra no le va a doler.

—Ustedes tienen mu...

Dante Reyes se vio interrumpido, tanto su oración como su carcajada creciente por unos disparos a su espalda. Todos giraron a verla. Tess iba con un arma larga y un excelente traje, avanzando hacia la escena. Derribó a dos sin ningún problema. León asintió, Juliana se apresuró a una camioneta y su esposo a otra. Kelly se mantuvo en su posición, apuntando a Ashton a la cabeza, el punto entre las cejas.

—Vamos, solo inténtalo.

—Aquí te espero.

—Ahí está— se emocionó Dante—. Tarde, pero con estilo. Me atrapaste. Puedes irte. familia— fingió una arcada—. ¿Te puedes bajar de mi auto? — Tess le intentó hacer un raspón con el pie—. Qué falta de respeto.

—Hablas demasiado —Dom cargó a Dante y lo estrelló contra el auto. Tess seguía la pelea con su rifle. León y Juliana también, Kelly y Ashton se apuntaban.

—¡Basta, basta! No sabes la fuerza que tienes, ¡maldito! — le lanzó el diente que le tiró—. Espera, ¿te gusta el ballet? Yo amo El lago de los cisnes, tú me pareces más del estilo del Cascanueces. Y uno y dos...— Tess cayó al ser atravesada, Dante se carcajeó, luego Aimes cayó, fue impactado de lleno al chaleco—. Ahí viene. ¡Oh no! Está en peligro, ¿qué vas a hacer? ¿Sabes cuál es tu problema? La familia, no puedes salvarlos a todos— Ahston le lanzó el arma a Kelly y corrió en dirección al auto, Dante le dio otra indicación—. cinco, cuatro... Adelante.

Antes de que Juliana y Leon redireccionaran sus armas, aun tambaleante por el golpe, Kelly cayó al sufrir el impacto de bala en el hombro. Gritó de dolor. Dom había hecho su elección, corrió a cubrir a Isabel y tomó una puerta para cubrirse de las balas. Los del helicóptero no paraban. Dante hizo una reverencia tomando la mano de Ahston antes del último subir al helicóptero, el primero se inclinó hacia la hija de Don Nadie.

—No te gusta el ballet, me doy cuenta, ¿me darías el Ojo de Dios?

—Vete al diablo.

—¿No? Por favorcito— le presionó la herida de bala—. Ahí está, te tengo. Buen trueque, te doy el auto. ¡Dommy! ¡Te dije que me debes sufrimiento! Tu legado no es el dinero o el poder o la familia que armaste o la vida que llevaste, es la vida que creas.

—¡Oye, zorra! — gritó Ashton al asomarse por el costado. Dante volteó pensando que se refería a él.

—Esa perra me las va a pagar— Kelly fue levantada con esfuerzo por Isabel, justo cuando se paró, Ahston disparó y las dos cayeron.

—Un padre con un hijo lo son todo. Mataste a mi padre en este puente— enseñó el Ojo de Dios—. Ahora, yo sé dónde está tu hijo. Echanté— tomó a Ashton para sentarlo a su lado.

—Elevó la apuesta— dijo Leon al ayudar a su esposa a bajar.

—Kelly— Juliana lo ignoró y corrió a ver a la rubia, la cual tosía de dolor a la falta de aire—. Ay, no.

—¡Dom! — llamó la rubia. Toretto se quedó estupefacto al ver a la hermana de Elena seguirla

—Tu padre estaría orgulloso.

—Sí, lo vas a detener. Ten fe— Dom la ayudó a levantarse y Tess entregó el collar de Letty—. Debo ir al hospital.

—¿Segura que puedes? Yo puedo hacer sutura— dijo Juliana.

—Vayan, los alcanzaré, debo hacer otra parada de todos modos— Leon la ayudó a subir al auto de Dante.

—Yo acepto tu sutura— sonrió Kelly con esfuerzo.

—No me voy a disculpar, pero déjame hacer algo mejor— dijo Aimes a espaldas de ellos—. Vamos a buscar atu hijo.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora