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Kelly tomó la mano de Roman y se dejó guiar hasta el copiloto

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Kelly tomó la mano de Roman y se dejó guiar hasta el copiloto. No debían perder la costumbre. El único que viajaría solo sería Tej. En el avión apenas y conversaron, la rubia escuchaba a Dom y Brian, sobre extrañar su vida ajetreada, pero Dom y Kelly y le reconocieron la primera vez que se vieron, lo bien que trataba a Mía, sobre amar a Jack y tratarlo como un hijo merecía ser tratado; demostrando una vez más que lo real era la familia y era por lo que luchaban siempre, por eso estaban ahí. Roman la llamó para que fuera a descansar y cedió solo por insistencia de su primo. Bajaron del coche blanco. Seguían a Dom a la cabeza, él llevaba a la chica, los demás iban en coche propio, les habían reservado una carpa para ellos en lo que esperaban al amigo de Ramsey.

—No veas chicas conmigo en tus piernas.

—Tengo para los dos.

—No puedo negar que es bonita— sonrió la rubia.

—Esa es una mujer por quien vale la pena saltar de un avión.

—Ni lo pienses, yo ya la pedí, sabes que la vi antes.

—¿Enserio la vas a apartar?

—¿Estás en cuarto grado?

—Vamos, Kelly, no pierdas más dignidad— Brian le extendió la mano para cederle su camilla.

—Aquí encontraré un mejor prospecto— le restó importancia.

—La están asechando— dijo Letty.

—Yo intenté pedir a Ramsey hace dos años, su rodilla, mis pelotas; créanme, no les conviene hacer eso.

—Safar— se apresuró la rizada a saludarlo.

—Veo que tienes amigos nuevos.

—Sí, amigos temperamentales— Dom le sirvió una bebida a la rubia mientras escuchan la conversación—. Necesito el regulador que te envié, ¿dónde está?

—Te complacerá saber que lo vendí.

—¿Lo vendiste?

—¿Oíste eso? — llamó Letty y la cabeza de la familia giró en modo amenazante.

—Te dije que lo cuidaras, ¿por qué lo vendiste?

—Necesitamos recuperarlo— dijo Dom.

—Imposible.

—¿Qué tan imposible? — la rubia ya se había impacientado.

—Safar, oculté algo dentro, es importante.

—Bien. Buenas noticias, está seguro.

—¿Y la mala?

—Está muy seguro. Se lo vendí a un príncipe de Jordania que vive allá, un millonario de fideicomiso, dijo que lo quería para su superauto.

—¿Ven? Esto me gusta: millonario, superauto.

—Sí, cariño, no te vueles— intentó quitar a Roman.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora