La otra Toretto

4

—¿Por qué tardaste tanto?

—Había mucho tráfico.

—Jesse ya hablamos de esto, tienes permitido ir a las carreras si prometes no quedarte atrás.

—Tenía que esconder el auto.

—No vuelvas a asustarme así.

—Déjalo tranquilo, llegó que es lo importante— dijo León.

—Está bien— le besó la frente a su hermano—. Ve a bañarte, no tardan en llegar las chicas guapas.

—Bajo en un momento— sonrió su hermano antes de subir las escaleras.

—Hola, Mía.

—¿Todos están bien?

—De lujo— sonrió León.

***

—Oye, Dom, íbamos a salir a buscarte y...

—Te dije que ni lo intentaras— dijo Kelly en tono cansino.

—¿Dónde estabas?

—Había muchos policías, salieron de todas partes, era una lluvia de uniformados— dijo Vince.

—¿Es tuya?

—Sí, es mi cerveza— así que Dom la tomó.

—Oye, Einstein, vayan arriba— dijo este a Jesse y la chica de ese día—. Para pulir un auto, hay que quitarle la tapa. Ni eso puede hacer.

—Tranquilo— intentó acercarse Kelly, mas la empujó.

—¿Estás bien?

—¿Cómo? ¿Que si estoy bien?

—Solo te estaba preguntando— dijo Letty.

—Oye, Dom, ¿por qué trajiste a ese bastardo? — se quejó Vince.

—Porque el bastardo me liberó de la cárcel— exclamó Dom—, no salió huyendo. El bastardo me trajo de vuelta.

—Bum— se burló Kelly mientras León le abrazaba la cintura desde atrás.

—No debiste traerlo— dijo Vince—. No sabes la clase de estúpido que sea.

—Tiene razón, Dom— dijo León.

—No le ayudes— se quejó Kelly—. Solo está celoso.

—Hubo un tiempo en el que no te conocía— dijo Dom.

—Eso fue en tercer grado— dijo Vince.

—Vamos a ver, ¿qué clase de chicas tenemos? — habló Dom para molestar a Letty y a su prima, pues León la soltó para mostrarle el catálogo.

—Las que tú quieras, ¿cuál quieres? Te presento...

—No vas a traer a nadie, ¿oíste? — se apresuró Letty.

—¿No queda nadie? — sonrió Dom.

—Te ves muy cansado, creo que debes subir y te daré un masaje— dijo Letty.

—Oye, te están esperando— dijo León desde atrás.

—¿Por qué no vas en su lugar?

—Dime, ¿te molesta?

—No sé, ¿debería?

—Oh, vamos.

—Entonces ve— sonrió mientras agitaba la mano para alejarlo. Al no moverse, fue ella la que subió las escaleras rumbo a su alcoba, antes de cerrar la puerta, León ya la había abrazado y escabullido dentro.

—A mí no me dejas así.

—Creo que lo hice.

—No, Toretto.

—Herí el orgullo de alguien— se quitó la blusa y León comenzó a besarle los senos con lujuria haciéndola jadear.