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—Tú no eres la del equipo.

—¿Te conozco?

—Letty Ortiz.

—Kendra Strong.

—¿Y qué haces aquí?

—Shaw me trajo.

—¿Y cuál es tu fuerte?

—Veo que revisas los expedientes... fui francotiradora en Los Ángeles.

—Conveniente, ahora que nos quedamos sin uno.

—Es un collar muy bonito.

—Me lo dio un sujeto.

—¿Quién?

—Él— le enseñó una fotografía.

—Toretto, al parecer estabas liada con la baja mafia de Los Ángeles.

—Entonces lo conociste.

—No, no nos movemos en los mismos círculos.

—Si te ordena matar a Toretto, ¿crees poder hacerlo?

—¿Por qué habría de dudar? No lo conozco.

—Pareces de fiar, si alguna vez dudas, yo te cubriré la espalda.

—¿Y por qué me ayudas?

—Todos necesitamos a alguien que nos cubra y no solo mandarlos al matadero.

***

—Ya están todos en posición.

—Bien, que entre.

—Tu turno— habló la rubia por el radio.

—Strong, acompáñame al taller.

—¿Qué sucede? — lanzó su pistola y radio a la mesa mientras se descolgaba las fundas de debajo de los brazos. Mala idea no cambiarse de ropa nada más ser interrumpida por el jefe durante la conversación con su cuñada. Esta vez le rompió las bragas antes de penetrarla con fuerza y ahora sí gritó, a lo que él se excitó y le jaló el cabello. Ahora odiaba a Hobbs por convencerla de hacer ese trabajo. Trató de controlarse y no llorar enfrente de él, así que estiró su mano y sacó la corbata de su bolsillo, se empujó hacia atrás para que él titubeara un momento, se giró y lo encaró.

—Entonces te gusta ser dominada.

—Solo si lo haces bien.

—A trabajar entonces— le amarró las manos por encima de la cabeza, la subió a la mesa de un jalón y volvió a entrar en ella sin miramientos y ambos gemían ante las embestidas. Cuando por fin terminó, la soltó y la rubia cayó al suelo de un sentón. Owen terminaba de acomodarse la ropa cuando su móvil sonó, la rubia fingió atolondramiento para que pasara de ella—. Dime, Hicks. No me digas, entonces déjalos que lleguen. Te veré después. Levántate, en la mañana debemos partir tú y yo.

—No sabía que a las prostitutas las llevabas a las misiones.

—No eres una prostituta.

—Pues no he hecho ningún trabajo para ti, el equipo es el único que sale a campo, menos yo.

—Bien, quieres trabajar, te daré un trabajo— dijo Owen, la ayudó a ponerse de pie y la llevó hasta su cuarto, pero no entró con ella.

—Giselle...

—¿Qué haces llamándome?

—Hicks es la traidora.

—¿Estás segura?dudó mientras sacaba lentamente el arma de Han y buscaba a la susodicha con la mirada en espera de confirmación. No la mandaron a eso, pero era bueno saberlo.

—Vino a ver a Owen— susurró de forma apenas audible y escuchó un disparo del otro lado, se asustó un momento, pero confirmó que todo iba bien cuando su mejor amiga y ella hablaron.

Éxito— dijo de forma agitada antes de cortar comunicación, se le escuchaba correr y varios gritos alrededor.

***

—¡Shaw!

—Trajimos el paquete.

—¡Kelly! ¿Qué está pasando? — gritó Mía nada más verla e intentar correr hacia ella.

—Maldita sea— murmuró más para sí que para su prima—, ¡corre, Mía! — gritó al empujar al negro e irse detrás de la joven. Le apuntó con un arma y ella se la arrebató de un tirón antes de golpearlo con el cargador y desarmarlo. Escuchaba a Mía correr, intentó seguirla, pero el grandulón la golpeó con fuerza, casi pierde el equilibrio, se giró a encararlo cuando Shaw le disparó dos veces.

—¡Kelly!

—Así que tú eres la otra Toretto que no podía encontrar— se burló sin siquiera agacharse—. Letty, cariño, deshazte del cuerpo, pero rápido que debemos seguir con el plan.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora