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—Ni siquiera cerré la puerta

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—Ni siquiera cerré la puerta.

—Eres muy lenta.

—¡Dom!

—¡Lo vamos a perder!

—Estamos en un panteón, no puedes derrapar aquí.

—¿Quieres conducir tú?

—Solo acelera.

Ambos conductores iban zigzagueando, a su primo ni siquiera le importó brincarse el semáforo en rojo. Kelly se aferraba a la puerta mientras su primo pisaba el acelerador a fondo. Se escuchaba el claxon de los autos alrededor que los esquivaban muy apenas. Luego de varias vueltas, se adentraron a un túnel donde ya los esperaban, incluso había volteado el auto para tenerlos de frente. La rubia dudó un momento y Dom volvió a acelerar para impactarse de lleno en el otro, Dom alcanzó a sostener a su prima para que no saliera volando, pero le prohibió salir. Al contrario, salió por encima de ella.

—No debes meterte con la familia de un hombre.

—Le dije lo mismo a tu hermano— se acomodó el hombro de un movimiento—; reforzaste el chasis, es como practicar box con plomo en los guantes.

—Te equivocas, no vine aquí a jugar, no sé para qué trajiste a la porrista— dijo Shaw al dedicarle una mirada rápida a la rubia en el auto—. Tú y yo somos de mundos distintos. Créeme, he visto peores calles de las que tú conoces.

—Entonces quédate, se pondrá peor— la rubia le lanzó un tubo a tiempo que Shaw le apuntaba con una pistola. Kelly salió rápido y se puso en medio.

—¿Crees que es una pelea callejera? — espetó ella mientras él murmuraba. Del techo comenzó una lluvia de balas que Shaw se apuraba a responder mientras corría. Agentes y camionetas salieron por todos lados, Dom cubrió a su prima con su cuerpo creyendo que los herirían.

—¡Al suelo! ¡Ahora! — exclamaron los agentes. Kelly se apresuró a disparar, los agentes informaron el arma y Dom usaba el tubo para frenar a quien se acercara, jaló a su prima para que no la hirieran.

—¡Suéltalo o disparo!

—Tranquilos, chicos, estamos en el mismo equipo.

—No parece— espetó apuntando a la cabeza del rehén que tenía su primo.

—Señor Toretto, vengo por recomendación de un buen amigo en común, el señor Hobbs.

—¿Quién diablos eres?

—¿Yo? No soy nadie. Soy un hombre común.

—Asombrosa entrada para un hombre común.

—¿Y el que envió a nuestro amigo en común al hospital? Dejaste que se fuera.

—Creo que acabo de salvarte, Kelly— luego se giró al otro—. Escucha, ¿podrías soltarlo? Se está poniendo azul. Te lo agradezco, aquí vienen. Escucha, Dom. Hay una guerra entre sombras y fantasmas como yo. Ustedes y su equipo terminaron justo en medio en Londres y parece que ahora los siguió a casa. Depende de ustedes, buscaré una cerveza, pueden acompañarme. Por cierto, puedo darles a Deckard Shaw.

—¿Para que lo vuelvan adejar ir?

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora