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—Recibí una llamada

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—Recibí una llamada.

—¿Hobbs no respeta las vacaciones?

—No fue él.

—¿Y las vacaciones?

—Luna de miel de tres meses, ha durado más que la mayoría.

—Esperaba que fuese un año, por lo menos. De atrapar a tu hermano a atraparte a ti, fue casi enseguida. La luna de miel de Dom fue interrumpida por Cipher y ahora la mía lo es.

—Ya sube al auto.

—¿No voy a conducir yo?

—La última vez no te quejaste.

—Porque debíamos fingir tu muerte, ya que Cipher lo vería y debía creerlo.

—Ahora siento que sí fue interrumpida por ella.

—¿Quieres que me calle?

—Tu voz es dulce... más cuando gimes mi nombre.

—Si terminamos temprano, hoy podría gemir tu nombre.

—Estás tentándome, Toretto.

La rubia rio mientras su esposo aceleraba. Ya era de noche, supuso que era importante porque Deckard no respondía el teléfono después de cierta hora, cosa contraria a Kelly, quien de plano no atendía el teléfono. El británico lo revisó pensando que lo tenía en silencio, pero no había ninguna llamada, ningún mensaje. Las últimas fueron de él tras informar que encontró a Brian. Ella lo vio y no dijo nada, al contrario, le dijo que lo guardara hasta la próxima misión y fue el de él el primero en sonar.

—¿A dónde vamos?

—Ya lo verás.

—Te gusta tenerme en ascuas.

—Solo a mi merced, la intriga vino a parte.

—Te odio.

—Por supuesto que no.

—¿Mañana yo preparo el desayuno?

—No, sabes que lo disfruto mucho.

—Igual iremos a nuestro bar, ¿no?

—Es tuyo, te lo regalé para que Juliana y León lavaran el dinero.

—Y vamos muy bien.

—Madame— le abrió la puerta, a la rubia le sorprendía que se levantara en lugar de solo abrirse, pero se acostumbró dada la enorme cochera que tenían—. Ahora entiendo por qué no me dejaste usar el traje de porrista.

—¿No te cansas de ser Harley Quinn?

—Me veo hermosa.

—Incluso ahora, a la altura de este bar de quinta.

—¿Por qué no abrimos uno?

Ambos entraron, el cadenero no dejaba de ver a la rubia, así que Deckard le agarró una nalga para marcar territorio, ella sonrió con coquetería y entraron. Había luces, bailarinas metálicas, fotógrafos, nada importaba. Aunque él tomó una botella de champaña. Iba del brazo de su chica cuando llegaron hasta el objetivo, este líder de mini mafia se giró y sus matones se levantaron, tres. Kelly tomó una copa de por ahí para beber junto a las prostitutas.

—¿Quién eres?

—Soy lo que podrías llamar: "un problema de champaña".

Uno lo quería sorprender por detrás, pero era Deckard, eso no funcionaba. Golpeó al de enfrente y después al de atrás. Logró que dos de ellos se golpearan entre ellos. Uno de los matones jaló a Kelly y ella rompió la copa a tiempo que la clavaba en su cuello, así que las chicas se fueron de su lado por considerarla una amenaza. Deckard jaló a uno de la corbata y usó la botella para golpearlo al cuello. Por fin los derribó a todos.

—¿Nos vamos?

—De verdad creí que se rompería— la dejó caer y caminaron a la salida, donde había un sujeto bloqueándola. Le quitó a su esposa la mascada, golpeó al sujeto, la amarró al cuello y rompió la ventana con él, sujetándolo solo por el cuello—. Un pajarito me contó sobre un grupo criminal, tecnología ilegal que opera con violencia. Verdaderos imbéciles, como tú. Se llama Eteon y me dirás dónde encontrarlos, no porque te esté colgando de la ventana, me lo dirás porque estoy dispuesto a dejarte caer— Kelly soltó una risilla—. Ni la veas, ella no va a ayudarte.

—¡No! ¡No me dejes aquí! ¡Por favor! ¡No me dejes!

—¿Lista?

—Yo conduciré.

—Oh no.

—No fue pregunta.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora