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Como de costumbre, cada uno llegó en su propio auto

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Como de costumbre, cada uno llegó en su propio auto. Le había marcado a Leon para decirle que perdió la reliquia familiar que alguna vez pensaron en regalarle a sus hipotéticos hijos, porque la rubia no creía tener calidad de madre, como su prima. La señora O'Conner ya los esperaba ahí, una hermosa playa virgen despejada solo para ellos. Mía corría en la playa con Jack y aún no le crecía el vientre para sus cuatro meses, ya ansiaba conocer a su sobrina, le dijo que quería ser la madrina. Brian tomó a su hijo en brazos y fue con su esposa.

Celebraban la vida, el amor y la fortaleza que unía a todas las personas reunidas, porque, como su primo decía, la familia lo era todo. Ramsey estaba en una silla junto a Tej, Letty puso una manta en la roca junto a Dom, su esposo. Kelly yacía en la arena, junto a Roman, pero ya no le daba la mano, solo se limitó a existir a su lado, aún no se reponía de las costillas, le dijeron que fue algo menor y solo el impactó la hizo sentirse así, no tenía nada roto.

—Pero puedo quedar bien tostado, bien cocido... ¿Por qué esa mirada?

—Cierra la boca un momento, abre los ojos, hombre.

—Hermoso.

—Allí pertenece— admiró Letty.

—Su hogar, donde siempre ha pertenecido— Dom estaba orgulloso de la hermosa familia que había formado su hermana.

—Todo será diferente ahora— suspiró Roman.

—No dejará de ser tu mejor amigo— le acarició la rodilla.

—Ni ella tu hermana— devolvió el gesto a la rubia.

—¿No te despedirás?

—Jamás.

Dijo Dom antes de marchar hacia su coche y el resto contemplaba a la hermosa familia. Claro que Brian lo notó, Mía lo instó a seguirlo, porque jamás dejarían de ser hermanos, se acercó por las llaves y besó la mano de Kelly, ella asintió con una tierna sonrisa. En ese simple acto, ambos se decían que confiaban el uno en el otro para cuidar de la familia: Brian siempre cuidaría la espalda de Dom, a donde fuera que condujera el camino, Kelly velaría por Mía cuando hiciese falta.

Kelly secó sus lágrimas al verlos marchar. Roman, por primera vez, tenía razón, nada volvería a ser lo mismo, Brian no podía seguir con esa vida de alto riesgo, porque ahora tendría dos hijos que necesitaban de él, Dom siempre correría al riesgo si su familia lo requería, si se lo pedía. Pero él ya no podía pedirle a su hermano que caminara con él, no podía hacerle eso a Mía, ella necesitaba seguridad ahora más que nunca.

Antes decía que vivía medio kilómetro a la vez, y creo que por eso éramos hermanos. Porque tú también. No importa dónde estés, a medio kilómetro de distancia, o al otro lado del mundo. Lo más importante siempre serán estas personas. Aquí, ahora. Salud, familia. Siempre estarás conmigo y siempre serás mi hermano.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora